El Cumpleaños de Biela



Era un día soleado cuando Doménica se despertó emocionada. Hoy era un día especial, porque su perrita Biela cumplía 4 años. La casa estaba llena de globos de colores y en la mesa del living había una torta de zanahoria que ella había preparado con tanto esmero. Doménica se acercó a Biela, que estaba agitando su cola con entusiasmo.

"¡Feliz cumpleaños, Biela!" - dijo Doménica con una sonrisa.

Biela, que había estado esperando este día, comenzó a dar pequeños saltos de alegría. Sabía que algo especial iba a suceder. Doménica tomó una gorra de fiesta y se la puso a su perrita, que lucía aún más adorable. Pero lo que no sabían era que el día tomaría un giro inesperado.

Mientras Doménica ponía música alegre para festejar, el timbre de la puerta sonó. Era su vecina, la abuela Clara, que llegó con un regalo envuelto en papel brillante.

"¡Hola, Doménica! ¡Feliz cumpleaños a Biela!" - exclamó la abuela Clara, entregando un pequeño paquete.

"¡Gracias, abuela Clara! Vamos a abrirlo, Biela" - dijo Doménica con curiosidad.

Al abrir el regalo, encontraron una hermosa pelota de colores. Biela, al ver el juguete, corrió a jugar con ella en el jardín. Pero al momento de jugar, una fuerte tormenta de viento comenzó a soplar. Las nubes grises cubrieron el cielo rápidamente, y el alegre día se volvió oscuro.

"¡Oh no! ¡La fiesta de cumpleaños de Biela!" - se preocupó Doménica.

La lluvia comenzó a caer, y Biela se asustó. Se metió debajo de la mesa, ladrando asustada. Doménica corrió a consolarla.

"Tranquila, Biela, todo estará bien. Solo es un poco de lluvia" - le dijo, acariciándola suavemente.

Pero Biela seguía temblando. Entonces, Doménica tuvo una idea. Tomó algunas mantas y almohadas, y construyó un pequeño refugio en el living.

"¿Ves, Biela? ¡Es nuestro fuerte de cumpleaños!" - dijo Doménica mientras mostraba su creación.

Biela, intrigada, salió de debajo de la mesa y se asomó. Al ver el fuerte, su miedo pareció desvanecerse. Con un salto, entró en el refugio. Doménica se unió a ella, y juntas se acomodaron bajo las mantas.

"Vamos a hacer una fiesta dentro de nuestro fuerte" - propuso Doménica, sacando algunas galletas de perro que había preparado.

De a poco, la risa y la alegría volvieron. Cuando la lluvia cesó, la abuela Clara decidió entrar al fuerte también.

"¿Puedo unirme a la fiesta?" - preguntó con una sonrisa.

"¡Claro que sí!" - exclamaron Doménica y Biela a la vez.

Las tres, rodeadas de galletas y con la pelota de Biela rodando entre ellas, pasaron momentos divertidos. La tormenta afuera se convirtió en una anécdota que les trajo más risas y unidad.

Cuando finalmente la tormenta se detuvo, el sol regresó, dejando un hermoso arcoíris en el cielo. Doménica y Biela salieron al jardín, donde el mundo brillaba con colores nuevos.

"Mirá, Biela, ¡el arcoíris!" - dijo Doménica mirando hacia arriba.

Biela empezó a correr, siguiendo su pelota en un frenesí de felicidad. Doménica la siguió riendo y, en su corazón, supo que, aunque el día había empezado con dificultades, habían encontrado una manera de hacer que fuera especial.

Así aprendieron la importancia de la creatividad, la resiliencia y, sobre todo, la alegría que viene de compartir momentos, sin importar las tormentas que se presenten en el camino.

Biela no solo celebraba su cumpleaños, sino que también celebraba la amistad de su dueña, y eso era lo que realmente importaba.

FIN.

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