El cumpleaños de Diego



Había una vez un niño llamado Diego, que estaba muy emocionado porque sus amigos iban a venir a su casa para celebrar su cumpleaños número 13. Había planeado una gran fiesta con juegos, música y mucha diversión.

Diego se aseguró de tener todo preparado antes de que llegaran sus amigos. Decoró la sala con globos de colores, puso música animada y colocó una mesa llena de deliciosos bocadillos y bebidas refrescantes.

Cuando sus amigos finalmente llegaron, Diego los recibió con una enorme sonrisa en el rostro. Todos estaban emocionados por la fiesta y comenzaron a disfrutar de los juegos y las risas. En medio de la diversión, Diego notó algo extraño.

Dos de sus amigos, Martín y Sofía, parecían estar distanciados el uno del otro. Solían ser inseparables y siempre jugaban juntos en todas las fiestas anteriores. Diego decidió acercarse a ellos para averiguar qué estaba pasando.

Se sentó junto a Martín y le preguntó: "¿Está todo bien? ¿Por qué no juegas con Sofía?"Martín bajó la mirada y respondió tristemente: "Nos peleamos hace unos días por tonterías. Ahora no nos hablamos".

Diego sabía lo importante que era mantener la amistad entre todos sus amigos, así que decidió intervenir para resolver el problema. Se levantó e invitó a Martín a caminar hacia donde estaba Sofía.

Al llegar frente a ella, Diego dijo: "Sofía, sé que te peleaste con Martín, pero él es tu amigo y siempre han estado juntos. ¿No crees que es hora de perdonarse y seguir adelante?"Sofía miró a Martín con tristeza en sus ojos y asintió.

Ambos se abrazaron, dejando atrás la pelea y prometiendo nunca más permitir que algo así los separara. La fiesta continuó con más alegría que antes. Todos los amigos de Diego estaban felices de ver cómo Martín y Sofía se reconciliaron.

Bailaron, jugaron y disfrutaron de un delicioso pastel de cumpleaños. Al finalizar la fiesta, Diego se dio cuenta de lo importante que era el perdón y la amistad verdadera.

Aprendió una valiosa lección: no importaba cuántas veces nos peleemos con nuestros amigos, siempre había espacio para el perdón y la reconciliación. Desde ese día, Diego se convirtió en un gran mediador entre sus amigos. Siempre estaba dispuesto a ayudarlos a resolver cualquier conflicto que surgiera, recordándoles lo valioso que era tener buenas relaciones.

Y así, Diego demostró que incluso a los 13 años podíamos aprender grandes lecciones sobre la amistad y el valor del perdón.

La historia de su fiesta inspiradora fue compartida por todos los niños del vecindario, quienes aprendieron a valorar aún más a sus amigos y a mantener siempre viva la llama de la amistad sincera.

FIN.

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