El Cumpleaños de Elmo



Era un día soleado en la escuela de animales de la jungla. Todos los animales estaban emocionados porque hoy era el cumpleaños de Elmo, un pequeño elefante que tenía una forma muy particular de ver el mundo. Mientras que la mayoría de los animales disfrutaba de los ruidos y juegos ruidosos, Elmo prefería el silencio y las pequeñas cosas que otros no notaban.

En la mañana, sus amigos, la tortuga Tula, el loro Lucho y la cebra Zuri, se juntaron para planear una sorpresa. Tula tenía una idea brillante.

"¡Vamos a hacerle una fiesta sorpresa!" - dijo ella, moviendo sus patas lentamente por el entusiasmo.

"¡Sí! Pero Elmo no le gusta que lo sorprendan. No le gustan las multitudes ni los ruidos fuertes" - comentó Lucho, agitando sus alas con preocupación.

Zuri pensó por un momento y dijo: "Tal vez podamos encontrar una manera de hacer la fiesta que a Elmo le encante. ¡Podemos hacerla tranquila y acogedora!"

Los tres se pusieron a trabajar en su plan. Tula se encargó de hacer decoraciones con hojas y flores suaves, Lucho preparó un canasto con frutas delicadas y Zuri planeó juegos que fueran divertidos pero calmados, como el juego de la búsqueda del tesoro.

Cuando llegó el momento, invitaron a algunos amigos cercanos, asegurándose de no hacer ruido. Al principio, Elmo estaba un poco nervioso; no le gustaba la idea de que algo poco habitual sucediera. Pero al ver a sus amigos esperando con sonrisas y sin hacer ruido, comenzó a calmarse.

"¿Qué está pasando?" - preguntó Elmo, mirando a todos con ojos grandes.

"¡Feliz cumpleaños, Elmo!" - gritaron los amigos en un susurro.

Elmo sonrió tímidamente y sintió un cosquilleo en su pancita. Se sintió especial.

"Gracias... es muy hermoso aquí" - dijo, observando las decoraciones.

La fiesta transcurrió de una manera muy diferente a lo que Elmo esperaba. Jugaron al escondite en un rincón tranquilo de la jungla, donde podían oír el murmullo de un arroyo cercano.

"¡Vamos a buscar tesoros!" - dijo Zuri mientras señalaba algunos objetos brillantes escondidos entre las hojas.

Elmo encontró una piedra hermosa y un pluma de loro entre los tesoros que le dieron a su amigo. Su corazón latía fuerte de alegría.

Cuando fue el momento del pastel, Tula lo trajo con cuidado, decorado con hojas comestibles y frutillas.

"¿Quieres soplar la vela, Elmo?" - le preguntó Tula. Elmo miró la vela encendida y, aunque el fuego lo inquietaba un poco, decidió acercarse y soplarla, mientras sus amigos lo animaban.

"¡A la tres, soplamos todos juntos!" - dijo Lucho.

Y en un suave coro, los amigos soplaron la vela con Elmo. Se sintió parte de algo especial, algo que había sido creado solo para él.

Después de disfrutar del pastel, Elmo se acercó a sus amigos. "¿Podemos hacer esto de nuevo? Pero tal vez solo un poquito más tranquilo, así puedo disfrutarlo mejor" - les dijo. Sus amigos asintieron con entusiasmo.

La fiesta fue un éxito. No solo hicieron felices a Elmo, sino que también aprendieron que las diferencias son hermosas y que hay mil maneras de celebrar. Desde ese día, Elmo no solo se sintió amado, sino también comprendido por sus amigos.

"Gracias por hacer de este cumpleaños el mejor de todos" - concluyó Elmo, sintiendo que su corazón se expandía de felicidad mientras miraba a su alrededor y veía sonrisas.

Y así, en la jungla, todos aprendieron que cada uno brilla a su manera y que la verdadera amistad sabe adaptarse para hacer sentir a cada uno como parte de un gran todo.

FIN.

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