El Cumpleaños de los Monstruos Coloridos
En un lugar muy especial, donde las casas estaban dobladas y pintadas de mil colores, había un pueblo llamado Coloresía. Sus habitantes eran seres mágicos, pero el más excepcional de todos era un grupo de monstruos grises que celebraban su cumpleaños una vez al año. ¡Y este año iba a ser diferente!
Los monstruos, con su piel grisácea, tenían un poder asombroso: ¡cambiaban de color cada vez que entraban a una casa diferente! Cuando pasaban por la Casa de Rayos, que iluminaba todo con centellas brillantes, se tornaban chispeantes y amarillos. Cuando visitaban la Casa Frutal, donde siempre había un olor a manzanas y plátanos frescos, se volvían de un verde brillante. Y así, cada casa les regalaba un nuevo color y energía.
Aquel día, Tino, el más aventurero de los monstruos, decidió que no solo querrían una fiesta divertida. Quería que todos los habitantes de Coloresía estuvieran invitados, así que se le ocurrió abrir un portal mágico para que todos pudieran llegar.
- “¡Voy a construir un portal que cruce los colores! ¡Así todo el mundo podrá unirse a la celebración! ” - exclamó Tino emocionado.
Los otros monstruos le miraron con curiosidad.
- “¿Un portal? ¿Y cómo lo haremos? ” - preguntó Lila, que siempre estaba pensando en los detalles.
Tino rió.
- “Con la ayuda de la Casa de Rayos, por supuesto. ¡Quizás los rayos y las centellas nos ayuden a crear el portal! ”
Así, los monstruos grises se fueron a la Casa de Rayos. Al entrar, su piel se volvió luminosa, amarilla como un faro. Usaron la energía que la casa les proporcionaba para trazar el portal.
- “¡Esto va a funcionar! ” - gritó Pedro, otro monstruo del grupo.
- “Solo falta agregar la chispa final,” - sostuvo Lila, mientras movía los brazos como si fuera una magia.
Una vez que el portal estuvo listo, los monstruos invitaron a todos los habitantes de Coloresía. A medida que se acercaban las horas, empezaron a aparecer personajes de todos los colores; desde el anciano de la Casa de Mangas a rayas, hasta la alegre familia de la Casa Pomelo. Todos estaban entusiasmados con la idea de celebrar juntos.
Pero había un pequeño problema. Cuando todos comenzaron a entrar por el portal, este empezó a parpadear, como si no pudiera manejar tanta energía.
- “¡Ay no! ¡Se está sobrecargando! ” - gritó Tino mientras veía parpadear las luces.
- “¿Qué hacemos ahora? ” - preguntó Lila, preocupada.
Tino tomó una decisión rápida.
- “¡Todos deben ayudar! ¡Pongamos nuestras manos afuera y concentremos nuestros colores juntos! ”
Los monstruos, con la fuerza de su corazón, comenzaron a unir los colores de su piel. Con cada mano que se sumaba, el portal resplandecía más, hasta que logró estabilizarse, brillando fuerte como una estrella. Todos entraron a la fiesta al mismo tiempo, llenando el lugar de alegría y risas.
Los habitantes de Coloresía se sentaron a celebrar, compartiendo comida y historias. Al pasar la tarde, Tino y sus amigos comprendieron que la verdadera magia no estaba en los colores de las casas, ni en los rayos y centellas; la magia estaba en la amistad y en la unión de todos.
- “Gracias por hacer posible esta celebración. ¡Nunca había visto tantos colores juntos! ” - dijo un niño de la Casa Pomelo, con los ojos brillantes.
- “Así como los colores que se mezclan para crear otros nuevos, todos juntos hacemos que Coloresía brille aún más,” - sonrió Tino, orgulloso.
Esa noche, los monstruos grises aprendieron que, a veces, los mejores momentos son aquellos que se comparten con otros y que la verdadera alegría radica en ser parte de una comunidad,” - concluyó Tino mientras todos comenzaban a danzar bajo las estrellas, cambiando de color en una hermosa secuencia de luces.
Y así, en el pueblo de Coloresía, la magia de un cumpleaños dio pie a nuevos lazos de amistad que perduraron para siempre.
FIN.