El Cumpleaños de Marsela en Vacaciones



Era un caluroso día de enero y Marsela estaba muy emocionada. Hoy cumplía 8 años y, como todos los años, su familia había decidido irse de vacaciones a la playa. Marsela adoraba la arena, el mar y, sobre todo, hacer castillos de arena con su hermano, Nicolás.

Mientras su mamá preparaba las cosas para salir, ella se asomó por la ventana y vio cómo el sol brillaba en el cielo. Estaba segura de que este sería el mejor cumpleaños de todos.

"¿Mamá, ya estamos listos? No puedo esperar más para llegar a la playa," -dijo Marsela, rebotando de la emoción.

"Sí, sí, solo un momento más, querida. Hoy habrá una sorpresa especial para vos en la playa, "- respondió su mamá con una sonrisa cómplice.

Cuando por fin llegaron a la playa, Marsela corrió hacia el agua con su hermano. Jugaron a hacer olas y a buscar conchas. Pero a medida que pasaba el tiempo, algo curioso comenzó a suceder. Marsela comenzó a sentirse un poco melancólica. En su mente, pensó que quizás no podía tener un cumpleaños especial lejos de sus amigos porque no podrían celebrar juntos.

"Nicolás, ¿qué pasa si hoy no tengo una fiesta de cumpleaños?" -le preguntó.

"Pero estamos en la playa, ¡es increíble!" -contestó Nicolás. "Además, siempre podemos invitar a otros niños a jugar contigo. "

Marsela reflexionó sobre esto. Al ver a otros niños jugando, tuvo una idea. ¿Y si organizaban un pequeño juego en la playa?"Ahora entiendo. ¡Voy a hacer una fiesta de cumpleaños en la playa!" -dijo Marsela con una gran sonrisa en su rostro.

Se acercó a un grupo de niños que jugaban cerca de ellos.

"Hola, soy Marsela. Hoy es mi cumpleaños y estoy organizando un juego. ¿Quieren unirse?" -preguntó, sintiéndose valiente.

Los niños la miraron y sonrieron.

"¡Sí!" -respondió una niña llamada Clara. "Podemos jugar a la búsqueda del tesoro. "

"Me encanta la idea. Voy a esconder algunas cositas y ustedes tienen que encontrarlas, " -dijo Marsela, sintiendo que la emoción volvía a crecer en su pecho.

Las risas y gritos de alegría fueron el eco de ese momento. Marsela escondió algunos pequeños tesoros: conchas coloridas, globos de agua y golosinas. Con la ayuda de Nicolás y otros amigos, crearon pistas de colores para que todos pudieran participar.

Al final del juego, todos se sentaron en la arena para compartir los tesoros encontrador, y Marsela sacó una sorpresa que había escondido en un bolso: su torta de cumpleaños.

"¡Sorpresa!" -gritó Marsela mientras sacaba la torta decorada con fresas y crema. Los nuevos amigos aplaudieron emocionados.

"¡Es la torta más rica que he visto!" -dijo Clara, y todos alzaron la voz celebrando.

Marsela estaba feliz. La tristeza que sintió al principio se había convertido en una enorme alegría.

"Gracias a todos por venir. Hoy es un cumpleaños especial porque ha sido diferente, pero igual de divertido" -dijo Marsela, mientras compartía las porciones de torta.

Y así, el cumpleaños de Marsela resultó ser inolvidable. Se dio cuenta de que, aunque no estuviera en su casa, se podía celebrar con amigos nuevos. Lo más importante era la diversión y el amor alrededor de ella.

Cuando llegó la tarde, el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte. Marsela miró a su mamá y sonrió.

"Este ha sido el mejor cumpleaños, mamá. ¡Gracias por traernos aquí!"

"Te lo mereces, querida. Siempre recuerda que las mejores fiestas son aquellas que se hacen con el corazón. " -respondió su mamá abrazándola.

Y así, al caer la noche, Marsela supo que lo más valioso de la vida no eran solo las fiestas, sino las experiencias compartidas y los nuevos amigos que había hecho ese día.

FIN.

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