El cumpleaños de Rosita




Rosita estaba emocionada porque su mamá había decidido organizar una gran fiesta para celebrar su cumpleaños. En el patio de su casa, habría globos de colores, una mesa llena de golosinas y una torta de chocolate con velas. La mamá de Rosita había invitado a sus primos y amigos de la escuela, y todos estaban ansiosos por asistir.

El día de la fiesta, Rosita se levantó temprano para ayudar a su mamá con los últimos preparativos. Juntas colgaron las guirnaldas y colocaron los platos y vasos en la mesa. Rosita estaba radiante con su vestido nuevo y no podía parar de sonreír.

Cuando los invitados comenzaron a llegar, la casa se llenó de risas y algarabía. Rosita no paraba de correr de un lado a otro, saludando a todos y asegurándose de que se sintieran bienvenidos. Pero en medio de la diversión, la mamá de Rosita notó que faltaba algo importante.

"¿Dónde está el regalo de abuela?", preguntó la mamá de Rosita preocupada.

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Rosita sintió un escalofrío. Había olvidado el regalo de su abuela en su habitación. Corrió rápidamente a buscarlo, pero para su sorpresa, el regalo no estaba donde lo había dejado.

"¡Mamá, el regalo de abuela no está en mi habitación!", exclamó Rosita con lágrimas en los ojos.

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La mamá de Rosita la abrazó con cariño. "Tranquila, Rosita. Seguro que está en algún lugar. Vamos a buscar juntas." Con determinación, madre e hija revisaron la casa entera, pero el regalo seguía sin aparecer.

Entonces, Rosita recordó algo importante. Durante la semana, había estado jugando en el patio trasero, y recordaba haber escondido algo allí. Corrió hacia afuera seguida por su mamá y, tras buscar un poco, encontraron el regalo de la abuela escondido detrás de una maceta.

Rosita se disculpó con su mamá y abrió el regalo con cuidado. Era un precioso collar con un dije en forma de mariposa. Todos los invitados se reunieron alrededor para admirarlo y felicitar a Rosita.

La fiesta continuó con juegos y bailes, y al final todos compartieron la rica torta de chocolate. Rosita se dio cuenta de que lo importante no era el regalo en sí, sino la importancia de la familia y los amigos que la rodeaban en ese día especial. Estaba muy feliz y agradecida por tener a su mamá, a su abuela y a sus amigos junto a ella.

Desde entonces, Rosita aprendió que, incluso cuando comete errores, siempre puede contar con el cariño y el apoyo de sus seres queridos.

FIN.

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