El Cumpleaños de Sebastián



Era un hermoso día de primavera y Sebastián estaba emocionado porque era su cumpleaños. Aunque había llegado hace poco al pueblo, se había hecho amigos rápidamente y decidió que quería compartir su día especial con ellos. Así que preparó una invitación colorida y la repartió entre sus compañeros de la escuela.

"¡Feliz cumpleaños, Sebastián!" dijo Lucía, una de sus compañeras cuando recibió la invitación. "¿Tendremos juegos?"

"¡Claro! Vamos a jugar al escondite y al fútbol!" respondió Sebastián saltando de alegría.

El día de la fiesta llegó y Sebastián había decorado su casa con globos y serpentinas. Sin embargo, cuando miró por la ventana, se dio cuenta de que sólo sus padres estaban allí. Se sintió un poco triste, pero decidió no rendirse.

-Sebastián, no te preocupes -dijo su mamá, mientras colgaba una guirnalda. -Seguro que tus amigos estarán en camino.

Justo entonces, un grupo de chicos pasó por la vereda. Era Tomás, su nuevo amigo, y sus dos hermanos.

-¡Sebastián! ¡Nosotros vinimos! -gritó Tomás con una gran sonrisa.

Los chicos entraron y la casa se llenó de risas y alegría. Jugaron al escondite, al fútbol y, por supuesto, no podía faltar la parte de comer torta. Pero a medida que avanzaba la fiesta, Sebastián notó que algunos amigos estaban un poco más callados que otros.

-¿Qué les pasa? -preguntó Sebastián, preocupado.

-Nosotros no sabemos jugar al fútbol muy bien -respondió Clara, con una mirada triste.

-¡Eso no importa! Podemos jugar a algo más donde todos puedan participar -dijo Sebastián, recordando una antigua historia sobre un juego de relevos.

Así que se agruparon, y casi como por arte de magia, la diversión regresó. Formaron equipos para competir en una carrera de relevos, donde cada uno tenía que pasar un globo sin dejarlo caer. Todos se rieron cuando alguien rompía un globo por accidente.

-¡Nadie se ríe de los que rompen globos! -anunció Sebastián. -Todos estamos aquí para pasarla bien. Vamos a divertirnos juntos.

La competencia terminó en éxito y todos se sintieron felices. Justo cuando creían que todo había terminado, un grupo de chicas que no habían sido invitadas, se acercó a la casa.

-¿Podemos unirnos a la fiesta? -preguntó una de ellas, luciendo algo tímida.

Sebastián miró a sus amigos, y luego a su madre, quien le sonrió amablemente. Entonces, Sebastián respondió:

-¡Por supuesto! Cuantas más personas, más divertida es la fiesta. ¡Vengan, únanse a nosotros!

Las chicas se unieron, y la casa volvió a llenarse de risas y alegría. A medida que el sol comenzaba a ocultarse, Sebastián miró a su alrededor y sintió una calidez en su corazón. Se dio cuenta de que su cumpleaños no solo había sido un día para recibir regalos, sino un momento para construir amistades y compartir experiencias.

Al final del día, cuando con sus amigos partieron de la casa, todos se despidieron con abrazos.

-¡Gracias por la mejor fiesta de cumpleaños, Sebastián! -dijo Tomás.

-¡Sí, gracias! -agregaron los otros.

Sebastián sonrió, y sintió que cada rayo de sol que se ocultaba era como un deseo cumplido. Había aprendido que abrir su corazón a los demás había hecho su día aún más especial.

Y así, con una sonrisa en el rostro y nuevos amigos en su vida, Sebastián supo que a partir de ese día, siempre podría contar con ellos para compartir más aventuras de alegría.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!