El Cumpleaños de Sena
Era un hermoso día soleado en la ciudad de Popayán. Todos los niños del barrio estaban emocionados porque ese día se celebraba el cumpleaños de Sena, una niña muy querida por todos. Sena estaba cumpliendo diez años y había planeado una gran fiesta en su casa.
Sena estaba en la cocina con su mamá, decorando la mesa y preparándose para el almuerzo.
"¡Mamá! ¿Ya están listos los sándwiches de mermelada?" - dijo la pequeña, mientras saltaban de alegría sus ojos castaños.
"Casi, mi amor. Solo falta colocar las galletitas y el jugo. Luego decoraremos el pastel y todo estará listo para tus invitados" - respondió su mamá con una gran sonrisa.
Antes de que Sena se diera cuenta, la hora de la fiesta había llegado. Todos sus amigos estaban listos, llevando globos y sonrisas. La casa se llenó de risas y música.
"¡Sena, feliz cumpleaños!" - gritaron al unísono sus amigos al entrar.
Sena estaba tan feliz de verlos a todos.
"¡Gracias, chicos! Vamos a divertirnos juntos. ¡A jugar!" - exclamó, tan emocionada que casi se le escapa un grito.
Después de jugar varios juegos, llegó el momento de almorzar.
"¡Qué rico!" - dijo Juanito, uno de sus mejores amigos, mientras miraba la mesa llena de delicias.
"Sí, ¡todo se ve delicioso!" - agregó Lila, otro de sus compañeros.
Mientras disfrutaban del almuerzo, comenzó una conversación interesante.
"¿Qué le pedís a tus padres este año?" - preguntó Juanito.
"Yo quiero una bicicleta nueva. La mía se rompió jugando en el parque. Quiero una que sea de color rosa, como el de la muñeca que me regalaron el año pasado" - respondió Sena.
Todos sus amigos comenzaron a compartir los regalos que deseaban, pero algo extraño ocurrió. En medio de risas y juegos, se dieron cuenta de un pequeño problema: ¡no había suficiente jugo para todos!"¡Oh no!" - exclamó Lila. "¿Qué vamos a hacer?"
Sena pensó por un momento y dijo:
"Podemos compartirlo. Siempre hay suficiente si nos turnamos. Así todos podremos disfrutar juntos".
Agradecidos, todos estuvieron de acuerdo. Al final, mientras se dividían el jugo y reían, Sena sintió una felicidad inmensa porque entendió que lo más importante no era tener más, sino disfrutar cada momento con sus amigos.
Después del almuerzo, llegó la hora del pastel. La mamá de Sena trajo un hermoso pastel decorado con velitas. Todos comenzaron a cantar el famoso "Feliz cumpleaños".
"¡Sopla las velitas, Sena!" - gritaron todos al mismo tiempo.
Sena cerró los ojos y pidió su deseo mientras soplaba las velitas.
"Espero que..." - susurró, pero no lo quería contar.
Luego llegó el momento de abrir los regalos. Todos los amigos estaban ansiosos.
"¡Yo quiero ver qué hay!" - decía Juanito mientras ayudaba a retirar el papel de regalo.
Sena recibió muchos obsequios: una muñeca, un libro de cuentos, un lindo vestido y, ¡una bicicleta roja! Su mamá le guiñó un ojo.
"Es roja, pero también tiene detalles en rosa. Creo que te va a encantar" - dijo su madre, sonriendo.
Sena abrazó a su mamá y luego se giró hacia sus amigos.
"¡Gracias a todos! Ustedes son el mejor regalo" - aseguró, encantada.
"¡Sí!" - coincidieron todos.
Es así como la fiesta de Sena no solo fue un momento de alegría, sino también una lección sobre la importancia de compartir y la verdadera amistad. Al final del día, mientras sus amigos se iban, Sena sonrió recordando que el amor y la diversión son los regalos más valiosos que se pueden recibir.
Desde entonces, Sena no solo disfrutó de su nueva bicicleta roja, sino que cada vez que salía a jugar, lo hacía con el corazón lleno de alegría, recordando que lo mejor de los cumpleaños es compartir momentos especiales con quienes más queremos.
FIN.