El Cumpleaños de Sofía en el Parque



Era un hermoso día de primavera y Sofía estaba emocionada porque era su cumpleaños. Había invitado a todos sus amigos a celebrar en el parque. Habían preparado una fiesta con globos de colores, una gran torta y muchos juegos.

- ¡Sofía, qué lindo todo! - dijo Pablo mientras admiraba los globos.

- ¡Gracias! Estoy muy contenta de tenerlos aquí - respondió Sofía, saltando de alegría.

Mientras jugaban al escondite, encontraron un intruso inesperado: un pequeño perrito que parecía perdido. Todos los niños se detuvieron y miraron al perrito que movía la cola con timidez.

- ¡Miren! ¡Un perrito! - exclamó Ana.

- ¿Qué hacemos? - preguntó Lucas, un poco preocupado.

Sofía se agachó y extendió su mano hacia el perrito.

- Vení, pequeño. No te asustes. - dijo suavemente.

El perrito, llamándose a sí mismo Max, se acercó a ella y empezó a mover la cola más fuerte. Los niños decidieron hacer una pausa en la fiesta para ayudar a Max.

- Tal vez se haya perdido. ¡Debemos encontrar a su dueño! - sugirió Sofía.

- ¡Sí! - dijo Pablo, con una sonrisa.

Los niños se organizaron en grupos y comenzaron a preguntar a las personas que estaban en el parque si conocían al perrito. Después de un rato, una señora mayor se acercó a ellos.

- ¡Ese es mi perrito! - exclamó la señora, emocionada. - Lo había perdido mientras paseaba.

Los niños se sintieron felices de haber ayudado y la señora les agradeció mucho.

- Gracias por cuidar de Max. Esta es una gran forma de celebrar un cumpleaños - dijo la señora, dándole una galleta a cada niño como recompensa.

Sofía sonrió, sintiéndose satisfecha.

- Estoy feliz de haber ayudado. ¡Esto hace que mi cumpleaños sea aún mejor! - dijo.

Y así, después de la aventura, regresaron a la fiesta, donde soplaron las velitas de la torta. Sofía entendió que el verdadero regalo de cumpleaños no es solo recibir, sino también ayudar a los demás.

Con Max ahora entre ellos, todos disfrutaron del resto del día lleno de risas y juegos.

- ¡Feliz cumpleaños, Sofía! - gritaron todos al unísono, mientras la fiesta continuaba con el perrito brincando entre los niños.

La mañana terminó con una lección para todos: a veces, las mejores sorpresas ocurren cuando menos te lo esperas y ayudar a otros puede ser el mejor regalo de todos.

FIN.

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