El Cumpleaños Mágico de Valentina
En un hermoso reino lleno de colores brillantes y risas, vivía una niña llamada Valentina. Ella soñaba con su cumpleaños número diez, que se acercaba rápidamente. Sus amigos siempre le decían que había un lugar mágico donde los sueños se volvían realidad, un castillo en lo alto de la montaña que tenía un espectacular arcoíris y un unicornio que concedía deseos.
El día de su cumpleaños, Valentina se despertó emocionada. "¡Hoy es mi gran día!"- exclamó mientras se vestía. Su madre le preparó un delicioso desayuno, pero Valentina tenía otros planes. Soñaba con encontrar al unicornio y pedirle un deseo especial: "Quiero que todos mis amigos tengan la felicidad de soñar sin límites"-.
Después de desayunar, Valentina se despidió y decidió aventurarse hacia la montaña. Caminó entre flores de mil colores y mariposas que danzaban a su alrededor. Tras varias horas de caminata, finalmente divisó el castillo brillante. "¡Mirá ese arcoíris!"- gritó con alegría, corriendo hacia el castillo.
Al llegar, se encontró con el unicornio, que era de un blanco resplandeciente y tenía una melena de colores como el arcoíris. "¡Hola, pequeña valiente!"- dijo el unicornio. "He estado esperándote. ¿Cuál es tu deseo?"-.
Valentina sonrió y, sin dudar, expresó su deseo. Pero el unicornio la miró con ternura y dijo: "Tu deseo es hermoso, pero hay algo que debes entender. La felicidad se comparte, y comienza en cada uno de nosotros. ¿Por qué no lo intentamos juntos?"-
Valentina, intrigada, aceptó el reto. "¿Cuál es el plan?"- preguntó.
El unicornio sonrió y con un movimiento de su cuerno, creó una nube de polvo de estrellas. "¡Vamos a visitar a tus amigos!"- dijo. De pronto, estaban volando sobre el arcoíris.
Primero, aterrizaron en la casa de Sofía, una de las mejores amigas de Valentina. "¡Feliz cumple, Valentina!"- le dijo Sofía, quien estaba un poco triste porque no había podido ir a la fiesta. "¿Sabés qué? Te traigo un regalo especial. Ven a jugar con nosotras"- propuso Valentina. Sofía sonrió y el unicornio dejó que las dos niñas volaran juntas sobre charcos y flores.
Luego, fueron a visitar a Lucas, que estaba preocupado porque no sabía jugar fútbol. "No te preocupes, Lucas. ¿Por qué no le pides ayuda a tus amigos? Jugar es mucho más divertido cuando nos ayudamos entre todos"- sugirió Valentina. Lucas se animó y el unicornio les enseñó a jugar con alegría.
Finalmente, llegaron a la casa de Carla, que se sentía sola. "A veces solo necesitamos un abrazo"- dijo el unicornio con ternura. Valentina abrazó a Carla y el amor y la alegría comenzaron a fluir entre ellas. Pronto, más niños se unieron y empezaron a jugar y a compartir historias de manera incondicional.
Después de un día lleno de risas, el unicornio las llevó de regreso al castillo. "¿Ves, Valentina? Has traído felicidad a tus amigos. ¡Tu deseo se ha cumplido!"- exclamó el unicornio.
Valentina sonrió con satisfacción. "La verdadera magia está en compartir y ayudar a los demás. ¡No solo es mi cumpleaños, es un día especial para todos nosotros!"-.
El unicornio, complacido, dejó caer un poco de polvo de estrellas, y Valentina supo que tendría un cumpleaños nunca olvidado. Desde ese día, cada vez que ella miraba el arcoíris, recordaba que la felicidad se multiplicaba cuando se compartía y que la verdadera amistad era el regalo más grande de todos.
Y así, en el reino de Valentina, cada cumpleaños se celebraba con amor, risas y el espíritu de ayudar a los demás en cada rincón de su mágico mundo.
FIN.