El Cumpleaños Mágico de Yaritza
Era un día soleado y especial, ya que Yaritza cumplía años. Todo el mundo en su familia se preparaba para celebrar, pero en el fondo, Yaritza se sentía un poco abrumada. Le encantaba tocar el piano y jugar al voleibol, pero a veces la presión de la adolescencia la hacía sentirse insegura. Mientras miraba su piano, decidió practicar una nueva melodía para su cumpleaños.
Cuando su mamá la escuchó tocar, entró al cuarto con una enorme sonrisa.
"¡Eso suena hermoso, Yaritza! Aunque estoy segura de que hay algo más que te aprieta aquí adentro. ¿Todo bien?".
Yaritza suspiró y dejó de tocar.
"A veces siento que no puedo cumplir con todo lo que se espera de mí. La música, el voleibol, las amistades… ¡Es demasiada presión!".
La mamá de Yaritza se sentó a su lado y le dijo:
"Sos una chica increíble, Yaritza. No tenés que ser perfecta. Lo más importante es que seas vos misma y disfrutes cada día!".
Con un pequeño brillo en sus ojos, Yaritza le prometió esforzarse sin olvidarse de ser feliz. Luego llegó el día de su cumpleaños. La familia había decorado la casa con globos y bunting colorido. Yaritza se sintió un poco más aliviada al ver tanta alegría a su alrededor.
Durante la fiesta, su tía, Ana, llegó con un gran paquete envuelto en papel brillante. Yaritza se acercó para abrirlo y encontró un hermoso piano de juguete.
"¡Es perfecto!" gritó Yaritza. "Siempre quise tener un piano que pudiera llevar a donde quiera que vaya."
Ana sonrió con complicidad.
"Sabía que lo necesitarías para tocar donde quiera que estés. La música siempre será parte de tu vida, y ahora tendrás la libertad de crear melodías en cualquier lugar".
Entonces, un grupo de amigos llegó y comenzaron a jugar voleibol en el jardín. A Yaritza le daba un toque de nerviosismo, pero un amigo le animó:
"Vamos, Yaritza! Podés hacerlo!".
La adrenalina empezó a subir, y poco a poco, se unió al juego. Al principio, falló algunos lanzamientos, pero luego, cuando escuchó a sus amigos animarla, empezó a jugar mejor. Cada golpe de la pelota la hacía sentir más fuerte y segura.
Más tarde, después de comer torta y recibir regalos, Yaritza se acercó a su madre otra vez.
"Me siento más relajada, ma. Creo que me estoy dando cuenta de que no tengo que ser la mejor, solo tengo que disfrutar lo que hago."
Su madre la miró con orgullo.
"¡Así se habla! La vida es un camino de aprendizajes. A veces brillamos, y otras veces, simplemente aprendemos a levantarnos de nuevo."
Al final del día, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Yaritza miró su piano de juguete y pensó en todas las melodías que soñaba crear. A partir de ese día, decidió que cada ruido, cada error, era una parte importante de su viaje. Y aunque la adolescencia seguía siendo un desafío, ahora tenía su música y sus amigos para ayudarla a brillar.
Y así, un año más tarde, su cumpleaños se convirtió en un símbolo de amor, música y descubrimiento. Yaritza aprendió que lo más valioso no es la perfección, sino ser fiel a uno mismo y disfrutar cada momento de la vida.
FIN.