El Curichi y el Pez Amigo



Érase una vez, en un tranquilo arroyo de la selva, un simpático curichi llamado Curi. Curi era muy curioso y siempre quería conocer más sobre la naturaleza que lo rodeaba. Un día, mientras exploraba entre las piedras, escuchó un suave chapoteo en el agua.

"¿Quién anda ahí?" - preguntó Curi intrigado, asomando la cabeza entre las hojas.

A su sorpresa, un pequeño pez de colores brillantes emergió del agua.

"¡Hola!" - dijo el pez con una sonrisa radiante. "Soy Pipo, el pez arcoíris. ¿Y vos?"

"Soy Curi, el curichi. Vivo por estas aguas. Me alegra conocerte, Pipo. ¿Qué hacés?"

"Nada por ahí, pero siempre tengo ganas de aventura. ¿Querés venir conmigo a explorar el gran lago?" - preguntó Pipo emocionado.

Curi nunca había salido del arroyo y la idea de aventurarse al gran lago era muy tentadora.

"¡Sí! ¡Vamos!" - gritó Curi, saltando de alegría.

Juntos, Curi y Pipo se embarcaron en una divertida travesía. Saltando por las piedras, nadando en las aguas frescas, hasta que llegaron al gran lago. Cuando vieron su inmensidad, los ojos de Curi se iluminaron.

"¡Wow! ¡Es enorme!" - exclamó Curi.

"Y está lleno de sorpresas, vení, ¡te mostraré!" - dijo Pipo, mientras comenzaba a nadar velozmente.

Mientras exploraban, de repente, escucharon un fuerte ruido.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Curi con una pizca de miedo.

"No lo sé, pero debemos tener cuidado" - respondió Pipo, aunque la curiosidad podía más que el temor.

Decidieron acercarse y descubrieron que un grupo de patos había causado el alboroto, peleando por un montón de algas deliciosas.

"¡Mirá!" - dijo Curi, "Ellos no se dan cuenta de que hay suficiente para todos. Podrían compartirlas."

Pipo asintió.

"Tenés razón, Curi. Vamos a hablarles".

Los amigos se acercaron a los patos.

"¡Hola, amigos!" - llamó Pipo. "¿Por qué no comparten las algas? Hay suficiente para todos."

Los patos se miraron entre sí, confundidos. Uno de ellos, el pato más grande, dijo:

"¡Pero tienen un sabor tan rico que no quiero compartirlos!"

"Comprendemos que son ricas, pero si comparten, todos pueden disfrutar de ellas sin pelear. ¡Más amigos son más risas!" - propuso Curi.

Los patos quedaron en silencio, pensando. Después de un rato, el pato grande dijo:

"Está bien, intentaremos compartirlas. ¡Gracias por el consejo!"

Y así fue como los patos comenzaron a dividir las algas, y se empezó a escuchar el canto alegre de los patos de nuevo. Curi y Pipo se sintieron satisfechos al ver que podían ayudar a otros.

Luego, mientras seguían recorriendo el lago, encontraron una tortuga atrapada entre unas ramas.

"¡Ayuda!" - pedía la tortuga con un tono angustiado.

"¿Qué te pasó?" - preguntó Pipo, acercándose.

"Me atoré con estas ramas mientras intentaba salir a la superficie. No puedo moverme" - explicó la tortuga con dificultad.

"No te preocupes, ¡nosotros te ayudaremos!" - exclamó Curi.

Curi y Pipo trabajaron juntos, moviendo las ramas con mucho cuidado hasta que lograron liberar a la tortuga.

"¡Gracias! No sé qué habría hecho sin ustedes" - dijo la tortuga con gratitud.

"Siempre es bueno ayudar a los amigos" - sonrió Curi.

Después de una larga jornada de aventuras, Curi y Pipo decidieron regresar a su arroyo. Mientras caminaban, reflexionaban sobre lo aprendido.

"Hoy descubrí que ayudar a los demás es una gran aventura también" - dijo Curi mientras miraba al cielo.

"Sí, y que compartir es lo que nos hace más felices" - agregó Pipo.

Desde ese día, Curi y Pipo se volvieron inseparables. Juntos exploraron cada rincón de su hogar, siempre recordando la importancia de la amistad, ayudarse mutuamente y compartir.

Y así, el curichi y el pez arcoíris vivieron muchas más aventuras, haciendo del arroyo y el lago un lugar donde todos los animales podían ser amigos.

Fin.

FIN.

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