El dedo de Franco y los chistes mágicos


Había una vez un niño llamado Franco, a quien le encantaba jugar al fútbol en el parque con sus amigos.

Un día soleado, mientras pateaba la pelota con todas sus fuerzas, Franco se lastimó el dedo al chocar con un banco de madera. -¡Ay! ¡Me lastimé el dedo! -exclamó Franco con gesto de dolor. Sus amigos corrieron hacia él para ver qué había pasado. Todos estaban preocupados por su amigo y querían ayudarlo.

-¿Estás bien, Franco? -preguntó Martín, su mejor amigo. -Sí, me duele mucho el dedo. Creo que me lo torcí cuando choqué contra el banco -respondió Franco mientras miraba su dedo hinchado y rojo. Martín pensó en cómo podían ayudar a Franco a sentirse mejor.

Recordó que su abuela solía decirle que la risa era la mejor medicina para curar los dolores. -¡Ya sé! ¡Vamos a contar chistes para hacer reír a Franco y olvidar el dolor! -propuso Martín emocionado.

Los amigos de Franco comenzaron a contar chistes uno tras otro, haciendo reír al pequeño herido. Pronto, Franco ya no sentía tanto dolor en su dedo y se divertía escuchando las ocurrencias de sus amigos.

De repente, llegó al parque Lucas, un niño nuevo en el barrio que observaba todo desde lejos. Se acercó tímidamente al grupo y preguntó:-¿Qué están haciendo? -¡Estamos contando chistes para hacer reír a Franco y curar su dedo lastimado! -respondió Martín con entusiasmo.

Lucas sonrió y dijo:-Yo también sé muchos chistes. ¿Puedo unirme? Los amigos de Franco aceptaron encantados la propuesta de Lucas y entre todos siguieron contando chistes y compartiendo momentos divertidos.

Poco a poco, el dolor en el dedo de Franco desapareció por completo gracias a la risa compartida con sus amigos.

Desde ese día, Franco aprendió que incluso en los momentos difíciles siempre hay algo positivo que puede ayudarnos a sentirnos mejor: la amistad y la alegría de estar rodeado de personas que nos quieren y nos hacen reír. Y así, entre risas y buenos momentos, Franco sanó no solo su dedo lastimado, sino también su corazón llenándose de gratitud por tener amigos tan especiales junto a él.

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