El defensor del bosque mágico


Había una vez un niño llamado Nic, que vivía en la ciudad pero siempre soñaba con conocer el campo. Un día, sus padres decidieron llevarlo de vacaciones a una pequeña casa en medio de un hermoso paisaje campestre.

Nic estaba emocionado por explorar y descubrir todo lo que el campo tenía para ofrecer. Al llegar, se encontró con un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrado.

Había árboles altos y verdes, flores de todos los colores y animales curiosos. Mientras exploraba el jardín trasero de la casa, Nic vio algo brillante volando entre las flores. Era una mariposa blanca hermosa como ninguna otra que había visto antes.

Se quedó fascinado por su belleza y decidió seguirla. La mariposa volaba rápidamente, llevando a Nic a través del campo hasta llegar a un pequeño bosque encantado.

El niño no podía creer lo que veían sus ojos: había hadas jugando entre los árboles y duendes saltando sobre las hojas caídas. Nic se acercó tímidamente a uno de los duendes y le preguntó cómo podía entrar al mundo mágico del bosque. El duende le explicó que solo aquellos con corazones puros y amorosos pueden entrar allí.

El niño recordó entonces la mariposa blanca y cómo se había enamorado instantáneamente de ella. Decidió seguir su corazón e intentar hacer todo lo posible para demostrar su amor hacia la mariposa.

Por días enteros, Nic pasaba horas observando a la mariposa blanca, aprendiendo todo sobre ella. Descubrió que las mariposas se alimentan del néctar de las flores y decidió plantar un jardín lleno de las flores favoritas de la mariposa.

Nic regaba y cuidaba el jardín con amor y paciencia. Poco a poco, las flores comenzaron a crecer y atraer más mariposas de diferentes colores. Pero Nic solo tenía ojos para su amada mariposa blanca.

Un día, mientras Nic estaba sentado en su jardín observando a la mariposa volar alrededor, una fuerte ráfaga de viento sopló y arrancó algunas de las flores del jardín. El niño corrió para reagarrarlas antes de que se marchitaran.

Mientras recogía las flores, Nic escuchó un ruido proveniente del bosque cercano. Se acercó sigilosamente y descubrió que un grupo de leñadores estaba cortando árboles sin pensar en el daño que estaban causando al bosque encantado. Nic sintió tristeza e impotencia al ver cómo el bosque era dañado.

Recordando lo que le había dicho el duende, decidió hacer algo al respecto. Corrió hacia los leñadores y les pidió amablemente que pararan lo que estaban haciendo.

Al principio, los leñadores no prestaron atención a Nic, pero cuando vieron sus ojos llenos de determinación y amor por la naturaleza, comenzaron a escucharlo. El niño les explicó cómo su actuar estaba afectando al hermoso mundo mágico del bosque.

Los leñadores reflexionaron sobre sus acciones y decidieron dejar de talar los árboles. Agradecidos por la sabiduría del niño, le prometieron cuidar el bosque en lugar de dañarlo. Nic regresó a su casa, esperando ver a la mariposa blanca una vez más.

Y allí estaba ella, volando alrededor de su jardín floreciente. La mariposa parecía feliz y agradecida. El niño se dio cuenta de que había logrado entrar al mundo mágico del bosque no solo siguiendo a la mariposa blanca, sino también demostrando amor y respeto por la naturaleza.

Desde ese día en adelante, Nic se convirtió en un defensor del medio ambiente.

Plantó más árboles y flores, enseñó a otros niños sobre la importancia de cuidar el planeta y siempre recordó el valioso mensaje que aprendió en aquel hermoso campo: el amor y el respeto pueden abrir las puertas hacia mundos mágicos llenos de belleza y felicidad.

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