El desafío de la bondad


En un pequeño pueblo llamado Villa Feliz vivía Pepe, un niño travieso y rebelde al que le encantaba portarse mal. Desde muy chico, Pepe desobedecía las reglas, rompía cosas y causaba problemas donde quiera que iba.

Su familia intentó corregirlo una y otra vez, pero Pepe parecía no escuchar. Un día, en la escuela, Pepe hizo una travesura tan grande que todos los niños se alejaron de él.

Nadie quería ser su amigo porque siempre terminaban metidos en líos por culpa de sus travesuras. Incluso los adultos evitaban a Pepe, ya que su comportamiento les causaba muchos dolores de cabeza. Un anciano sabio del pueblo observaba todo desde lejos y decidió intervenir para ayudar a Pepe.

Se acercó a él con calma y le dijo:"Pepe, veo que te gusta portarte mal y hacer travesuras. Pero debes entender que tus acciones tienen consecuencias en ti y en los demás.

¿Alguna vez te has puesto en el lugar de aquellos a quienes lastimas con tus travesuras?"Pepe lo miró sorprendido, nadie antes le había hablado de esa manera.

El anciano continuó: "Te propongo un desafío, durante una semana deberás hacer buenas acciones en lugar de travesuras. Ayudar a tus compañeros, respetar las reglas y ser amable con todos. "Pepe aceptó el desafío sin mucha convicción, pensando que ser bueno era aburrido. Los días pasaron y algo increíble comenzó a suceder.

Al ayudar a sus compañeros con sus tareas escolares, estos empezaron a acercarse a él nuevamente. Al respetar las reglas del juego en el recreo, notó cómo los adultos lo miraban con otros ojos.

Una tarde mientras caminaba por la plaza del pueblo vio a un perrito perdido llorando desconsoladamente. Sin dudarlo se acercó al animalito y lo llevó hasta su dueño quien estaba angustiado buscándolo por todas partes.

El gesto solidario de Pepe llegó rápidamente a oídos de todos en Villa Feliz; la gente comenzó a hablar bien de él e incluso algunos niños quisieron ser amigos nuevamente. Al finalizar la semana del desafío el anciano sabio volvió a encontrarse con Pepe:"¿Qué aprendiste esta semana?", preguntó con una sonrisa.

Pepe reflexionó unos instantes y respondió: "Entendí que ser bueno no es aburrido como pensaba al principio. Descubrí que haciendo cosas buenas puedo hacer felices tanto a los demás como a mí mismo".

El anciano asintió complacido: "Recuerda siempre esto Pepe: nuestras acciones definen quiénes somos realmente". Desde ese día, Pepe se convirtió en un niño ejemplar en Villa Feliz.

Aprendió que siendo amable, respetuoso y solidario podía ganarse el cariño y la admiración de todos a su alrededor. Y así fue como aquel niño travieso se transformó en un ejemplo para todos los habitantes del pueblo gracias al poder transformador de sus propias decisiones positivas.

Dirección del Cuentito copiada!