El desafío de la prueba sorpresa


Había una vez un niño llamado Tomás, quien estaba emocionado por comenzar el primer grado. Sin embargo, un día la maestra anunció que habría una prueba sorpresa al día siguiente, lo que puso muy nervioso a Tomás.

Esa noche, Tomás no podía concentrarse en nada. No quería parecer tonto frente a sus compañeros. Su mamá, al notar su preocupación, decidió sentarse a su lado. -¿Qué te pasa, Tomás? -preguntó su mamá preocupada.

Tomás le confesó que lo ponía nervioso la prueba sorpresa. Su mamá, sin perder la calma, le recordó todas las cosas que él sabía hacer bien: montar en bicicleta, leer cuentos, jugar al fútbol.

-Las pruebas son solo una forma de demostrar lo que ya sabes, no de medir tu inteligencia. Haz lo mejor que puedas y recuerda que estoy muy orgullosa de ti, sin importar el resultado -le dijo su mamá con cariño.

Con estas palabras, Tomás se sintió mejor y decidió que haría la prueba con calma y confianza. Al día siguiente, la maestra entregó la prueba sorpresa. Tomás se concentró y contestó las preguntas con seguridad. A pesar de los nervios iniciales, logró terminar la prueba.

Al recibir sus resultados, se sorprendió al ver que había obtenido una muy buena calificación.

Desde entonces, Tomás entendió que los retos pueden ser superados con esfuerzo y confianza, y que el apoyo y las palabras de aliento de su mamá eran su mejor herramienta para enfrentar las pruebas en la vida.

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