El desafío de Martín
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Martín. Martín era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró un objeto brillante entre los árboles. -¡Qué será esto! -exclamó Martín emocionado mientras recogía el objeto del suelo. Era una vieja lámpara mágica que parecía haber estado escondida allí por años.
Sin pensarlo dos veces, Martín comenzó a frotar la lámpara con todas sus fuerzas y, de repente, apareció una nube de humo y salió volando un genio. -¡Hola! Soy Genardo, el genio de la lámpara. ¿En qué puedo ayudarte? -dijo el genio con entusiasmo.
Martín se quedó boquiabierto al ver al genio y rápidamente le explicó que quería ser valiente como los héroes de las historias que le gustaba leer. -Bien, Martín.
Te concederé tu deseo pero debes superar tres pruebas antes -dijo Genardo con una sonrisa traviesa. Martín aceptó emocionado el desafío y se preparó para enfrentar las pruebas que le había propuesto el genio. La primera prueba consistía en encontrar una llave dorada escondida en lo más profundo del bosque encantado.
-Martín, tendrás que ser astuto para encontrar la llave dorada -advirtió Genardo-. Pero no te preocupes, estoy seguro de que podrás hacerlo. Martín se adentró en el bosque y comenzó a buscar por todos lados.
Pasaron horas y Martín estaba a punto de rendirse cuando vio una pequeña luz brillante entre las hojas. -¡La llave dorada! -gritó Martín emocionado mientras la recogía del suelo.
Con la llave en mano, Martín regresó con Genardo quien lo felicitó y le dio la siguiente prueba. Esta vez, debía enfrentar a un feroz dragón que custodiaba un tesoro. -Martín, para superar esta prueba deberás ser valiente y demostrar tu coraje -dijo Genardo con confianza.
Martín se acercó al lugar donde el dragón habitaba y se preparó para enfrentarlo. Sin embargo, en lugar de atacarlo, decidió hablarle amablemente al dragón. -¿Qué te parece si compartimos el tesoro? -propuso Martín con una sonrisa amigable.
El dragón quedó sorprendido por la propuesta de Martín y aceptó compartir el tesoro. Juntos, abrieron el cofre y descubrieron no solo oro y joyas, sino también libros llenos de sabiduría. Martín tomó uno de los libros y lo mostró orgulloso a Genardo quien sonrió satisfecho.
Solo quedaba una última prueba antes de que se cumpliera el deseo del niño valiente. La tercera prueba consistía en ayudar a alguien necesitado sin esperar nada a cambio. Martín salió nuevamente en busca de alguien que necesitara su ayuda.
Fue entonces cuando encontró a un anciano que tenía problemas para cruzar la calle debido a su muleta rota. -Martín, demuéstrame tu bondad y generosidad ayudando a este anciano -dijo Genardo con una mirada llena de orgullo.
Martín se acercó al anciano y le ofreció su ayuda. Juntos, lograron cruzar la calle sin problemas y el anciano le agradeció con una sonrisa. Al regresar con Genardo, Martín estaba emocionado por haber superado las tres pruebas.
El genio cumplió su promesa y convirtió a Martín en un niño valiente como los héroes de sus historias favoritas. Desde ese día, Martín utilizó su valentía para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su vida.
Aprendió que ser valiente no significa no tener miedo, sino enfrentarlo y seguir adelante. Y así, Martín vivió muchas aventuras emocionantes siendo un verdadero héroe en cada una de ellas. Y colorín colorado, esta historia de valentía ha terminado.
FIN.