El desafío de Mateo



En un bosque mágico y frondoso, vivía un niño llamado Mateo. Era valiente, curioso y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Un día, mientras exploraba el bosque, escuchó rumores sobre un gigante temido por todos.

Se decía que era feroz, malhumorado y que asustaba a cualquiera que se acercara a su cueva. Intrigado por las historias, Mateo decidió ir en busca del gigante para descubrir la verdad por sí mismo.

Después de horas de caminar entre los árboles altos y el musgo espeso, finalmente llegó a la cueva del gigante. Con valentía, golpeó la puerta y esperó. La puerta se abrió lentamente y apareció el gigante.

Era enorme, con manos del tamaño de platos y una voz profunda que hacía temblar el suelo. Sin embargo, Mateo notó algo en sus ojos: tristeza. "¿Quién eres tú y qué haces aquí?", gruñó el gigante.

Mateo tragó saliva antes de responder con voz firme: "Soy Mateo, un niño del bosque. He venido a conocerte. "El gigante frunció el ceño pero permitió que Mateo entrara en su cueva. Una vez dentro, Mateo vio que todo estaba oscuro y desordenado.

El gigante le contó que la gente lo juzgaba sin conocerlo realmente, solo por su apariencia imponente. "Nadie quiere ser amigo de un gigante como yo", suspiró el gigante con tristeza. Mateo sintió compasión por él y decidió ayudarlo.

Le enseñaría al gigante cómo hacer amigos siendo amable y generoso con los demás animales del bosque. Juntos limpiaron la cueva, arreglaron las cosas rotas e incluso plantaron flores afuera para embellecerla.

Con el tiempo, gracias al esfuerzo de Mateo y la bondad del gigante, los animales del bosque comenzaron a acercarse sin miedo. Descubrieron que el gigante era amigable, divertido e increíblemente hábil para contar historias fantásticas sobre sus viajes lejanos.

Pronto, la noticia sobre el cambio en el comportamiento del gigante se extendió por todo el bosque. Otros niños empezaron a visitarlo también y juntos compartían aventuras emocionantes bajo la sombra de los árboles antiguos.

Finalmente, el día llegó en que todos en el bosque celebraron una gran fiesta en honor al valiente niño Mateo y al bondadoso Gigante Amadeus (así había decidido llamarle).

La moral de esta historia es clara: no debemos juzgar a alguien basándonos únicamente en su apariencia o reputación; todos merecen una oportunidad para demostrar quiénes son realmente en su corazón.

FIN.

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