El desafío de Matilda
Había una vez en la granja del abuelo Tito una vaca llamada Matilda, a quien le encantaba pastar en los verdes prados y disfrutar del sol de la mañana.
Matilda era grande y hermosa, pero un día llegó a la granja una serpiente muy astuta llamada René, que se burlaba de ella por su peso. René se paseaba por la granja con su piel brillante y sus ojos chispeantes, siempre haciendo comentarios hirientes hacia Matilda.
"-¡Mira qué gorda estás, vaca! Deberías empezar a hacer dieta como yo para lucir elegante y esbelta", se reía la serpiente malintencionada. Matilda se sentía triste y avergonzada por las palabras de René, pero en lugar de enfadarse o rendirse, decidió tomar acción.
Buscó a sus amigos del bosque: el caballo Arturo, el gallo Ramón y la oveja Lola. Juntos idearon un plan para demostrarle a René que lo importante no es el aspecto físico, sino el valor interior.
Una mañana soleada, organizaron un concurso de habilidades en la granja. Habría carreras de velocidad, concursos de saltos y desafíos de resistencia. Por supuesto, René no pudo resistirse a participar y demostrar su destreza.
En cada prueba, Matilda demostraba su fuerza y determinación. Corría más rápido que todos en las carreras cortas, saltaba más alto que nadie en los concursos de salto y aguantaba sin cansarse en los desafíos de resistencia.
Sus amigos la alentaban con entusiasmo mientras René veía sorprendido cómo la vaca —"gorda" superaba todas las pruebas.
Al final del día, cuando todos estaban agotados pero felices por haber compartido momentos divertidos juntos, Matilda miró a René con una sonrisa amable y dijo: "-¿Ves? No importa cómo luzcas por fuera; lo que realmente importa es quién eres por dentro. " Las palabras resonaron en el corazón de todos los animales presentes.
René aprendió una valiosa lección aquel día: nunca más se burlaría ni juzgaría a alguien por su apariencia física. Todos somos únicos y especiales a nuestra manera, independientemente del peso o tamaño que tengamos. Y desde entonces, en la granja del abuelo Tito reinó la armonía y el respeto entre todos sus habitantes.
Y colorín colorado este cuento ha terminado ¡Que viva Matilda!
FIN.