El desafío del arte
Había una vez un pequeño gnomo llamado Pinturito, que vivía en el bosque encantado.
A diferencia de los demás gnomos, a Pinturito le apasionaba el arte y pasaba su tiempo dibujando y pintando hermosas formas y colores en todo lo que encontraba. Un día, mientras paseaba por el bosque, Pinturito escuchó risas provenientes de una escuela cercana. Decidió acercarse para ver qué ocurría y descubrió que eran los niños de grado primero quienes estaban disfrutando de su recreo.
El gnomo se emocionó al ver a tantos jóvenes artistas juntos y decidió presentarse. "¡Hola chicos! Soy Pinturito, un pequeño gnomo artista", exclamó mientras saltaba frente a ellos.
Los niños quedaron asombrados al ver al diminuto ser parlante ante sus ojos. "-¡Wow! ¡Un gnomo!", exclamaron todos emocionados. Pinturito sonrió y les dijo: "He venido aquí para proponerles un desafío artístico.
¿Les gustaría participar?"Los niños respondieron emocionados: "-¡Sí!"El gnomo explicó que cada uno tendría que diseñar diferentes formas utilizando solo líneas rectas o curvas. Les dio papel y lápices para comenzar con la tarea. Mientras los niños trabajaban en sus diseños, Pinturito iba de mesa en mesa observando atentamente cada creación.
Al cabo de un rato, reunió a todos los alumnos en círculo para mostrarles algo especial. En su mano sostenía una hoja con un diseño increíblemente detallado y hermoso. "-¡Miren lo que he creado! Es una forma única y especial", exclamó.
Los niños quedaron impresionados por la obra de arte del gnomo. Pinturito les explicó cómo cada uno de ellos era capaz de crear formas únicas y maravillosas, solo necesitaban creer en sí mismos y dejar volar su imaginación.
El siguiente reto consistía en diseñar formas utilizando diferentes colores. Los niños se esforzaron al máximo y presentaron sus trabajos con orgullo.
Pinturito los felicitó a todos por su creatividad y les recordó que el arte no tiene límites ni reglas, solo requiere pasión y dedicación. Pero el desafío final sería aún más emocionante.
El gnomo propuso a los niños crear una gran obra de arte colaborativa en el patio de la escuela, utilizando pintura lavable y pinceles gigantes. Durante varios días, los alumnos trabajaron juntos para plasmar sus ideas en un enorme mural lleno de colores vibrantes y formas sorprendentes. Cada niño dejaba su huella artística en la obra maestra colectiva.
Cuando finalmente terminaron, todo el colegio se reunió para admirar el resultado. El director felicitó a los pequeños artistas por su trabajo en equipo y creatividad. Y Pinturito estaba radiante al ver cómo había logrado inspirarlos a través del arte.
Desde aquel día, la escuela siempre recordaría la visita del pequeño gnomo artista que les enseñó que cada uno tiene dentro de sí mismo una chispa creativa esperando ser liberada.
Y así fue como Pinturito se convirtió en una leyenda en la escuela, y los niños de grado primero siempre recordaron aquellos maravillosos días en los que un gnomo les mostró el poder del arte.
FIN.