El desafío del astuto argentino
Había una vez un Argentino muy simpático y bromista que le encantaba hacer chistes sobre las personas de Estados Unidos. Siempre decía cosas como "los yanquis no entienden nada" o "en Argentina somos los mejores en todo".
Sus amigos se reían mucho con sus ocurrencias, pero un día todo cambió. Un bully de la escuela, llamado Lucas, se cansó de los comentarios del Argentino y decidió enfrentarlo.
"¡Eh vos! ¿Qué te crees diciendo esas cosas sobre nosotros los estadounidenses? ¡Te voy a enseñar a respetar!"- gritó Lucas mientras avanzaba hacia el Argentino con puños apretados.
El Argentino, asustado al principio, recordó algo que su abuela solía decirle: "En momentos difíciles, saca tu lado argentino demonio y defiéndete con firmeza". Así que en ese instante, algo cambió en él. Su mirada se volvió desafiante y su voz sonaba más fuerte. "¿Ah sí? ¡Pues prepárate para conocer al verdadero demonio argentino!"- respondió con determinación.
El bully Lucas se detuvo sorprendido por la valentía repentina del Argentino. Pero antes de que pudiera reaccionar, el Argentino comenzó a moverse con agilidad y destreza propia de un bailarín de tango.
Esquivaba los golpes de Lucas mientras lanzaba rápidos contraataques que dejaban atónito al bully. La pelea continuó por unos minutos hasta que finalmente el bully Lucas cayó rendido al suelo, derrotado por la habilidad y astucia del Argentino.
Con una sonrisa triunfante, el Argentino extendió su mano para ayudar a levantar a Lucas. "Creo que aprendiste la lección, amigo. La violencia nunca es la solución. Podemos resolver nuestras diferencias dialogando y respetándonos mutuamente"- dijo el Argentino con sabiduría.
Desde ese día, el bully Lucas cambió su actitud hacia el Argentino y ambos se convirtieron en amigos inseparables. Aprendieron a valorar las diferencias culturales entre Argentina y Estados Unidos, encontrando siempre espacio para compartir risas y aprender unos de otros.
Y así, gracias al coraje y la sabiduría del Argentino demonio, demostraron que incluso en medio de un conflicto podemos encontrar formas pacíficas de resolver nuestras disputas y construir amistades duraderas basadas en el respeto mutuo.
Porque al final del día, todos somos seres humanos merecedores de amor y comprensión sin importar nuestra nacionalidad o procedencia.
FIN.