El desafío del lobo feroz



Había una vez en un pequeño pueblo de la Patagonia argentina, una niña llamada Carolina, pero todos la conocían como Caperucita por su capa roja que siempre llevaba puesta.

Un día, su mamá le pidió que llevara una canasta con comida a su abuelita que vivía al otro lado del bosque. "Caperucita, ten cuidado con el lobo feroz que anda suelto por el bosque", advirtió su mamá. "No te preocupes mamá, sé cómo cuidarme", respondió valientemente Caperucita.

Decidida a cumplir con su tarea, Caperucita se adentró en el frondoso bosque cantando alegremente. De repente, se encontró con el lobo feroz. "¿Adónde vas tan contenta, Caperucita?", preguntó el lobo con voz dulce tratando de engañarla.

"Voy a visitar a mi abuelita y llevarle esta canasta con comida", respondió ella sin sospechar las intenciones del astuto animal.

El lobo, sabiendo el camino más corto hacia la casa de la abuelita, decidió tenderle una trampa a Caperucita. "¡Qué hermosas flores hay por aquí! Deberías reagarrar algunas para tu abuela", sugirió el lobo señalando un claro en el bosque. Atraída por las coloridas flores, Caperucita se alejó del sendero principal y comenzó a reagarrarlas.

Mientras tanto, el lobo corrió hacia la casa de la abuelita y golpeó la puerta. "Toc toc toc""¿Quién es?", preguntó la abuelita desde adentro. "Soy yo, tu nieta Caperucita.

He venido a visitarte", imitando la voz de la niña respondió astutamente el lobo. Al escuchar esto, la inocente abuelita abrió la puerta y antes de darse cuenta fue sorprendida por el malvado plan del lobo feroz.

Sin embargo, lo que no esperaban era que justo en ese momento llegara Caperucita corriendo al rescate armada con una rama afilada que había encontrado en el camino. Con valentía y astucia lograron vencer al lobo y lo ahuyentaron del bosque para siempre.

La abuelita y Caperucita celebraron juntas su victoria comiendo los manjares que habían preparado mientras reían felices por haber superado juntas aquel peligroso desafío.

Desde ese día en adelante, Caperucita aprendió que con valentía y astucia podía enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Y así siguió viviendo aventuras emocionantes junto a su querida abuelita en aquel hermoso pueblo de la Patagonia argentina.

FIN.

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