El desafío en la selva


Había una vez un grupo de novicios dominicos que se encontraban ante un gran desafío: debían predicar en la selva de Colombia. Los jóvenes, ansiosos por llevar el mensaje de esperanza y amor, se adentraron en la densa vegetación, sin imaginar las sorpresas que les esperaban.

Al principio, los novicios se sentían abrumados por la inmensidad de la selva y la diversidad de criaturas que la habitaban. Sin embargo, su determinación los impulsaba a seguir adelante, a pesar de los obstáculos que se presentaban en su camino.

Con el correr de los días, los novicios comenzaron a entablar amistad con los animales de la selva, aprendiendo de ellos y enseñándoles, a su vez, sobre el valor de la convivencia pacífica. Descubrieron que la clave para predicar en la selva no era imponerse, sino compartir conocimientos y experiencias de vida.

Un día, mientras caminaban por la selva, se encontraron con una tribu indígena. Al principio, fue un encuentro tenso, pero los novicios, con humildad y respeto, lograron establecer un diálogo con los miembros de la tribu. Compartieron sus enseñanzas y, a su vez, aprendieron de las ancestrales tradiciones de los indígenas.

Finalmente, llegó el día en que los novicios dominicos realizaron su predicación, pero esta vez lo hicieron de una manera diferente. No impusieron sus creencias, sino que compartieron sus enseñanzas con amor y respeto hacia la naturaleza y las creencias de la tribu indígena. La selva y sus habitantes se convirtieron en el escenario perfecto para sembrar semillas de paz y comprensión.

Los novicios regresaron a su monasterio con el corazón lleno de gratitud y sabiduría. Aprendieron que, a veces, la verdadera predicación no se realiza a través de palabras grandilocuentes, sino a través del ejemplo, la humildad y el respeto hacia los demás y la naturaleza.

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