El desafío mágico de Juan



Juan estaba sentado en su pupitre, concentrado en sus deberes escolares, cuando de repente sintió una presencia a su lado. Era Carlos, el chico más malo del colegio, con una sonrisa burlona en el rostro.

- ¡Hola Juan! ¿Cómo estás? -dijo Carlos con tono desafiante. Juan lo miró con curiosidad, preguntándose qué travesura traía entre manos esta vez. - Hola Carlos, estoy bien. ¿Qué necesitas? -respondió Juan con cautela.

Carlos se acercó un poco más y le susurró al oído: "Sabes, he estado pensando y creo que todos esos cuentos de superhéroes y poderes que dices tener son puras tonterías. No tienes ningún poder especial". Juan frunció el ceño ante las palabras de Carlos.

Siempre había creído en la magia y en la posibilidad de tener habilidades extraordinarias. Aquellas palabras hirieron su corazón, pero también encendieron una llama dentro de él.

Decidido a demostrarle a Carlos que estaba equivocado, Juan se puso de pie y miró fijamente al chico malvado. - ¡Vamos a hacer una apuesta! Te demostraré que sí tengo poderes especiales y si lo logro, tendrás que disculparte públicamente frente a toda la escuela -propuso Juan con determinación.

Carlos soltó una carcajada arrogante antes de aceptar el desafío. Ambos se dirigieron al patio del colegio donde los demás estudiantes se habían reunido expectantes ante la situación. Juan cerró los ojos por un momento y concentró toda su energía en su interior.

De repente, abrió los ojos y extendió las manos hacia adelante. Un destello brillante iluminó el lugar mientras pequeñas chispas danzaban entre sus dedos. Los niños no podían creer lo que veían.

Juan estaba generando luz desde sus propias manos. Incluso Carlos quedó boquiabierto ante aquella escena increíble. - ¡Increíble! ¡Tienes poderes de verdad! -exclamó Carlos sorprendido. Juan sonrió triunfante sabiendo que había demostrado su valía no solo a Carlos sino también a sí mismo.

Los demás niños aplaudieron emocionados ante tal espectáculo mágico. Desde ese día, Juan siguió cultivando sus habilidades especiales mientras inspiraba a otros a creer en lo imposible.

Y aunque Carlos nunca admitió abiertamente haberse equivocado, secretamente admiraba la valentía y determinación de aquel joven héroe sin capa ni espada.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!