El desayuno mágico de Tom
Era un domingo soleado y Tom, un niño de ocho años, se encontraba en la cocina de su casa preparando su desayuno favorito: tostadas con mermelada y un vaso de leche. Sin embargo, algo no estaba en su lugar. En lugar de oír el suave murmullo de la radio, el aire estaba lleno de un extraño zumbido.
"¿Qué es ese ruido, mamá?" -preguntó Tom, mirando a su madre, que estaba en la mesa revisando una lista de compras.
"No tengo idea, Tom. ¿Te parece que deberías investigar?" -respondió su madre, intrigada.
Tom, con su naturaleza curiosa, decidió que debía descubrir el origen de aquel zumbido. Se puso su camiseta favorita de dinosaurios y salió al jardín. Allí, entre las flores, se encontró con algo extraordinario: una pequeña máquina que brillaba con luces de colores.
"¡Wow! ¿Qué es esto?" -exclamó Tom, acercándose cautelosamente.
Con un ligero toque, la máquina se encendió y un holograma apareció en forma de un simpático robot llamado Zippy.
"¡Hola, Tom! Soy Zippy, y he venido a traerte una aventura muy especial. ¿Te gustaría ayudarme a resolver un enigma?" -dijo el robot, con una voz alegre.
Tom no podía creer lo que veía. Un robot holográfico hablándole directamente, ¿era un sueño? Pero la emoción fue más fuerte que la duda.
"¡Sí! Claro que quiero ayudarte, Zippy. ¿De qué se trata?" -respondió Tom, entusiasmado.
"He perdido mi batería mágica en algún lugar de este jardín. Sin ella, no puedo volver a mi hogar. ¡Vamos a buscarla!" -dijo Zippy, que empezó a girar sobre sí mismo.
"¿Dónde creés que puede estar?" -preguntó Tom, sintiéndose como un verdadero aventurero.
Zippy respondió:
"Podría estar escondida entre las plantas, o tal vez en la caja de herramientas de tu papá. Necesitamos pensar como detectives. ¡Reúne tu ingenio!"
Tom se puso a buscar por todos lados. Primero, revisó las macetas, movió algunas flores, pero no encontró nada.
"No está aquí. ¿Dónde más podríamos mirar?" -dijo Tom, empezando a sentir un poco de frustración.
"Recuerda, Tom, a veces la respuesta está justo ante nuestros ojos. ¿Qué tal si miramos más de cerca?" -sugirió Zippy.
Tom se sentó en el suelo y comenzó a observar los pequeños detalles. Entonces, notó algo brillante entre las hojas de una planta.
"¡Mirá Zippy! ¡Allí!" -gritó Tom con alegría, señalando la luz que brillaba entre las hojas.
Zippy sonrió feliz.
"¡Muy bien, detective! Eres realmente muy observador."
Tom cuidadosamente se acercó y, tras mover un poco las hojas, sacó la batería mágica. La sostuvo en sus manos, que brillaba con una luz amistosa.
"¡Lo encontramos!" -exclamó Tom.
Zippy se iluminó aún más y comenzó a bailar en el aire.
"Eres increíble! Ahora, solo necesito un último esfuerzo. Coloca la batería en mi estómago y verás lo que sucederá."
Tom colocó la batería y, en un instante, Zippy se transformó en una nube de luz que llenó todo el jardín con colores brillantes.
"¡Gracias, Tom! Has restaurado mi energía. Como forma de agradecimiento, voy a concederte un deseo. Elige sabiamente."
Tom pensó por un momento. Donde podría pedir un juguete gigante, una montaña de caramelos o un viaje a la luna. Pero luego sonrió.
"Deseo que todos mis amigos puedan disfrutar de una aventura como esta. ¡Me encantaría que puedan conocer a Zippy!"
Zippy se iluminó aún más al escuchar el deseo de Tom.
"Un deseo muy noble. Hecho!"
De repente, todos los amigos de Tom aparecieron en el jardín, mirándolo con asombro.
"¿Qué está pasando?" -preguntó su amiga Ana, mirando a Zippy con gran curiosidad.
"Hoy tendremos una gran aventura juntos!" -gritó Tom, lleno de entusiasmo.
Zippy explicó lo que había sucedido y todos se turnaron para tocar la máquina mágica. Zippy hizo que cada uno de sus amigos viviera una pequeña parte de la aventura.
"¿Vieron? ¡Juntos somos un gran equipo!" -dijo Tom, sonriendo.
Después de un emocionante día lleno de risas y juegos, Zippy se despidió.
"Gracias, Tom. Siempre recordaré lo gran amigo que eres. Hasta pronto!"
Tom volvió a la cocina para continuar su desayuno, pero esta vez no solo con tostadas. Su corazón estaba lleno de alegría y nuevos recuerdos, y con la certeza de que, incluso un día común, puede convertirse en una gran aventura si tienes curiosidad y amigos a tu lado.
FIN.