El descanso de Alejandra



Había una vez una niña llamada Alejandra que siempre se esforzaba al máximo en todo lo que hacía. Le encantaba aprender y trabajar duro para alcanzar sus metas. Pero, a veces, su dedicación la llevaba a agotarse demasiado.

Un lunes por la mañana, después de un intenso fin de semana de trabajo, Alejandra se despertó con mucho cansancio. Sus ojos estaban pesados y le costaba mantenerlos abiertos.

Sin embargo, sabía que tenía muchas tareas importantes por hacer ese día. "¡Vamos Alejandra! ¡No te puedes rendir ahora!", se dijo a sí misma mientras bostezaba y se estiraba en la cama. Con mucha fuerza de voluntad, Alejandra se levantó y comenzó su rutina matutina.

Se vistió rápidamente y desayunó algo ligero para recargar energías. Luego revisó su lista de tareas pendientes: debía estudiar para un examen importante, terminar un proyecto escolar y practicar piano para el concierto del viernes.

Pese a sentirse agotada, Alejandra decidió no dejarse vencer por el cansancio. Sabía que si ponía todo su esfuerzo en cada tarea, podría completarlas todas satisfactoriamente. Comenzó con el estudio para el examen.

Aunque las palabras parecían mezclarse frente a sus ojos somnolientos, ella continuó leyendo una y otra vez hasta entender cada concepto. No importaba cuánto tiempo le llevara; estaba decidida a lograrlo. Luego pasó al proyecto escolar. Era una manualidad complicada que requería mucha concentración y precisión.

Aunque sus manos temblaban de cansancio, Alejandra respiró profundamente y se enfocó en cada detalle. Poco a poco, el proyecto fue tomando forma bajo sus hábiles dedos. Finalmente, era hora de practicar piano.

Alejandra sabía que necesitaba poner mucho esfuerzo en esta tarea, ya que el concierto estaba muy cerca. A pesar del agotamiento extremo, se sentó frente al piano y comenzó a tocar con pasión.

Cada nota resonaba en el aire, transmitiendo la emoción que ella sentía por la música. Sin embargo, mientras tocaba una pieza complicada, su cuerpo no pudo resistir más y sus ojos se cerraron lentamente. El sueño la invadió por completo y cayó rendida sobre las teclas del piano.

Cuando despertó un rato después, Alejandra se dio cuenta de lo que había pasado. Se sintió frustrada consigo misma por no haber podido completar todas sus tareas como esperaba.

Pero entonces recordó algo importante: aunque estaba cansada, había dado lo mejor de sí misma en cada tarea que realizó ese día. No importaba si no pudo terminar todo; lo valioso era el esfuerzo y dedicación que había puesto en cada una de ellas.

Con una sonrisa en su rostro, Alejandra decidió darse un descanso merecido para recuperar energías. Sabía que al día siguiente tendría nuevas oportunidades para seguir aprendiendo y creciendo.

Y así fue como Alejandra entendió la importancia de escuchar a su cuerpo y cuidar de sí misma antes de enfrentar nuevos desafíos. Aprendió que el esfuerzo y la dedicación son valiosos, pero también lo es saber cuándo tomar un descanso para recargar energías.

Desde aquel día, Alejandra siguió trabajando duro en todo lo que hacía, pero siempre recordando escuchar a su cuerpo y cuidar de sí misma. Y así, logró alcanzar todas sus metas y ser feliz en el proceso.

FIN.

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