El descubrimiento de Isaac
Isaac vivía en un tranquilo pueblo cerca del lago Titicaca, en Bolivia. Desde pequeño, había escuchado historias sobre sirenas que habitaban en el lago, pero siempre las consideró un simple cuento.
Un día, mientras paseaba por la orilla del lago, algo extraño atrajo su mirada. Una luz brillante provenía del agua y, curioso, decidió acercarse. Para su asombro, vio a una hermosa sirena nadando entre las aguas cristalinas. -¡Hola! Soy Isa, ¿quién eres tú? -preguntó Isaac sorprendido.
La sirena, llamada Luna, le explicó que existía un mundo submarino fascinante bajo el lago, y lo invitó a sumergirse con ella. Intrigado, Isaac aceptó la invitación y se sumergieron juntos.
Bajo el agua, descubrió un mundo lleno de plantas acuáticas coloridas, peces de todos los tamaños y otros seres maravillosos. Luna le mostró cómo la flora y la fauna del lago estaban interconectadas, y la importancia de cuidar el medio ambiente.
Isaac quedó maravillado y prometió ayudar a proteger el lago y sus habitantes. Al regresar a la superficie, contó su increíble aventura a los habitantes del pueblo, quienes, al principio, dudaron de su relato. Pero con el tiempo, la actitud de la comunidad hacia el lago cambió.
Juntos, comenzaron a cuidar el lago y a concienciar a otros sobre la importancia de preservar el ecosistema acuático.
Con el paso de los años, el lago Titicaca se convirtió en un lugar próspero y lleno de vida, gracias al esfuerzo de Isaac y su comunidad.
FIN.