El descubrimiento de Tomás
Había una vez un niño llamado Tomás que detestaba bañarse. Todos los días su mamá le decía: "Tomás, es hora de bañarte", pero él siempre ponía excusas y se negaba a hacerlo.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, uno de ellos se acercó y le dijo: "Tomás, ¿por qué hueles tan mal?".
El niño se sintió avergonzado y triste al darse cuenta de que su falta de higiene estaba afectando a las personas que lo rodeaban. Esa noche, cuando su mamá le pidió que se bañara, Tomás comenzó a llorar. "No quiero hacerlo", dijo entre sollozos. Su mamá lo abrazó cariñosamente y le preguntó qué pasaba.
"- Es que no me gusta mojarme la cabeza", explicó Tomás. Su mamá sonrió comprensivamente y le dijo: "Lo entiendo, hijo. A mí también me costaba mucho trabajo mojarme la cabeza cuando era pequeña. Pero sabes qué? Con el tiempo aprendí a disfrutarlo".
"- ¿De verdad?", preguntó Tomás incrédulo. "Claro que sí", respondió su mamá. "Además, si te lavas bien la cabeza y te pones champú vas a tener un cabello hermoso y saludable como el de tu papá".
Tomás pensó en eso por un momento y decidió intentarlo. Esa noche tomó un baño largo y relajante mientras cantaba canciones divertidas para distraerse del agua en su cara.
Al finalizar el baño se sintió fresco y renovado como nunca antes. A partir de ese día, Tomás comenzó a disfrutar de sus baños y se dio cuenta de que la higiene personal era importante para su salud y bienestar.
Además, sus amigos notaron el cambio en él y comenzaron a acercarse más sin preocuparse por el mal olor. Y así, Tomás aprendió una valiosa lección: que a veces las cosas que nos dan miedo o no nos gustan pueden convertirse en algo divertido si les damos una oportunidad.
Y lo más importante, aprendió a cuidar de su cuerpo y mantenerlo limpio y sano.
FIN.