El Deseo de la Generosidad



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Sofía. Sofía era conocida por ser la niña más amable y generosa de todo el lugar.

Siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Un día, mientras caminaba por el parque, Sofía encontró un pajarito herido. El pobrecito no podía volar y parecía muy triste.

Sin pensarlo dos veces, Sofía se acercó cuidadosamente al pajarito y lo tomó con delicadeza en sus manos. "No te preocupes, pajarito", le dijo con ternura Sofía-. "Voy a cuidarte hasta que te sientas mejor".

Sofía llevó al pajarito a su casa y le construyó una jaulita cómoda donde pudiera descansar y recuperarse. Le dio agua fresca y semillas para comer todos los días. Además, le cantaba canciones para animarlo. Pasaron los días y el pajarito comenzó a sentirse mejor gracias a los cuidados de Sofía.

Un día, cuando ya estaba completamente recuperado, el pajarito abrió sus alas e intentó volar dentro de la jaula. "Parece que estás listo para volver al cielo", dijo Sofía emocionada-. "Pero me vas a hacer mucha falta".

El pajarito miró fijamente a Sofía como si entendiera cada palabra que ella decía. De repente, algo mágico ocurrió: las plumas del ave empezaron a brillar intensamente hasta formar un arco iris resplandeciente.

Sofía quedó asombrada al ver el arco iris en la jaula del pajarito. En ese momento, una voz suave y melodiosa resonó en su cabeza. "Sofía, tú has sido tan bondadosa y amorosa conmigo que quiero concederte un deseo", dijo el pajarito mágico.

Sofía pensó por un momento y luego respondió:"Quiero que todos en Villa Feliz sean tan amables y generosos como yo".

El pajarito asintió con la cabeza y, de repente, el arco iris se elevó en el aire y comenzó a esparcirse por todo el pueblo. Dondequiera que iba, llenaba los corazones de las personas con amor y bondad. Desde aquel día, Villa Feliz se convirtió en un lugar maravilloso donde todos se ayudaban mutuamente.

Las personas sonreían más, compartían sus cosas y hacían buenas acciones todos los días. Sofía estaba feliz de ver cómo su deseo había hecho del mundo un lugar mejor para vivir. Y ella siguió siendo la niña más amable y generosa de todo el pueblo.

Y así fue como Sofía aprendió que una pequeña acción puede hacer una gran diferencia en la vida de los demás. Aprendió que el amor y la bondad son como semillas mágicas que crecen cuando las compartimos con los demás.

Y Samara, cada vez que leas esta historia recordarás lo importante que es ser amable y generoso con los demás. Recuerda siempre llevar contigo el espíritu de Sofía: un corazón lleno de amor y bondad hacia todos a tu alrededor.

El mundo necesita más personas como tú para hacerlo un lugar mejor.

FIN.

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