El deseo de Lucas
Érase una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad. Lucas, aunque era un chico amable y divertido, sentía que muchas veces no lo escuchaban. Él deseaba poder volverse invisible para que las personas prestaran más atención a sus ideas y sueños.
Un buen día, mientras caminaba por el bosque, encontró un extraño libro antiguo entre los arbustos. Al abrirlo, vio que estaba lleno de ilustraciones de criaturas mágicas y hechizos. En una de las páginas, leyó sobre un hechizo que prometía hacer a cualquiera invisible.
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¡Wow! - exclamó Lucas, con los ojos brillantes de emoción. - ¡Esto podría cambiar mi vida!
Sin pensarlo dos veces, Lucas decidió intentar el hechizo. Reunió los ingredientes: una pluma de cuervo, un pétalo de rosa y una pizca de polvo de estrellas. Siguiendo las instrucciones, pronunció las palabras mágicas.
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Invisible quiero ser, para que todos me puedan ver! - gritó con fuerza.
Al principio, nada sucedió. Pero de repente, se sintió ligero como una pluma y, para su sorpresa, se desvaneció en el aire. Lucas saltó de alegría, ¡era realmente invisible!
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¡Soy un fantasma! - rió, recorriendo su hogar sin ser visto.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que ser invisible no era tan divertido como había imaginado. En el almuerzo, su mamá lo buscaba por toda la casa.
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¿Dónde estará Lucas? - decía preocupada.
Entonces, Lucas sintió un nudo en la garganta. Se dio cuenta de que aunque había deseado pasar desapercibido, también extrañaba la compañía y el amor de su familia.
Al día siguiente, decidió salir al colegio, aún invisible. Al llegar, escuchó a sus amigos hablando sobre él.
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Pobre Lucas, siempre está solo. - dijo su amiga Ana.
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Sí, me gustaría que pudiera ver que lo queremos. - añadió Tomás.
Lucas nunca había imaginado que sus amigos se preocupaban por él. Un giro inesperado le hizo darse cuenta de que su deseo de invisibilidad solo lo alejaba de quienes realmente se preocupaban por él.
Con esta nueva comprensión, Lucas volvió a casa y decidió revertir el hechizo. Reunió los mismos ingredientes y, con un poco de miedo, pronunció las palabras para volver a ser visible.
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Visible quiero ser, para que todos me puedan querer! - dijo con fuerza.
En un instante, sintió cómo su cuerpo regresaba a la vista de todos. Relajado, salió al jardín y se encontró con su mamá.
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¡Mamá! - gritó - ¡Estoy aquí!
Su mamá lo miró y lo abrazó fuertemente.
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¡Te extrañé, Lucas! - dijo con lágrimas de felicidad en los ojos.
Desde ese día, Lucas se sintió diferente. Comprendió que su valor no dependía de ser visto, sino de ser querido y escuchado. Y aunque aún había momentos en los que necesitaba un poco de atención, sabía que ser él mismo era lo mejor que podía hacer.
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Voy a compartir más de mis ideas - se prometió a sí mismo, con una sonrisa en el rostro.
Así, Lucas dejó de lado su deseo de ser invisible y comenzó a brillar como nunca. Comenzó a hablar con sus amigos y, poco a poco, compartió sus sueños y deseos en la escuela.
Con el tiempo, Lucas se convirtió en un gran líder entre sus compañeros, gracias a su valentía de ser visible y a su genuino deseo de conectar con los demás. Aprendió que no necesitaba ser invisible para ser importante, y que su voz merecía ser escuchada.
Y así, Lucas, el niño que deseaba ser invisible, se convirtió en un faro de luz en su pueblo, inspirando a otros a abrirse y a compartir sus sueños.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.