El deseo de Mateo



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era muy curioso y siempre buscaba aventuras emocionantes para vivir.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, se encontró con un perro callejero que parecía necesitar ayuda. El perro estaba asustado y hambriento, así que Mateo decidió llevarlo a casa. Le dio de comer y lo llamó —"Negro"  por su hermoso pelaje oscuro.

Desde ese momento, Negro se convirtió en el fiel compañero de Mateo. Una tarde soleada, mientras paseaban juntos por el parque del pueblo, vieron algo inusual: había una figura extraña sentada en un banco. Era el diablo disfrazado de anciano.

El diablo tenía la habilidad de transformarse en diferentes formas para engañar a las personas. Curioso como siempre, Mateo se acercó al diablo y le preguntó qué hacía allí solo. El diablo respondió con una sonrisa maliciosa: "Estoy aburrido y quiero jugar".

Sin embargo, no era un simple juego lo que tenía en mente. El diablo propuso un desafío a Mateo: si lograba superar tres pruebas difíciles sin caer en sus trampas, ganaría un deseo especial.

Pero si perdía, tendría que darle su alma al diablo. Mateo sabía que no podía confiar ciegamente en alguien como el diablo, pero también quería demostrar su valentía y astucia.

Aceptó el reto sin pensarlo dos veces y le dijo al diablo: "¡Vamos, demuéstrame lo que tienes!"La primera prueba consistía en encontrar una aguja en un pajar gigante. Mateo sabía que el diablo intentaría engañarlo, así que decidió observar con atención antes de actuar.

Vio al diablo esconder la aguja en su mano y fingir lanzarla al pajar. Mateo sonrió y dijo: "No me engañas, sé que la tienes contigo". El diablo quedó sorprendido por la astucia del niño.

En la segunda prueba, el diablo desafió a Mateo a caminar sobre un tronco estrecho suspendido sobre un río turbulento. El diablo esperaba que Mateo se cayera al agua para ganar el desafío.

Pero Mateo recordó cómo había aprendido a mantener el equilibrio durante sus clases de yoga en la escuela y logró cruzar sin caerse. Llegó el momento de la última prueba.

El diablo propuso un juego de ajedrez con reglas especiales: cada vez que uno de ellos perdiera una pieza, perdería también algo importante para él. Mateo sabía que no podía confiar en las trampas del diablo, así que ideó una estrategia brillante. Durante todo el juego, hizo movimientos calculados y sacrificar piezas menos importantes para proteger las más valiosas.

Al final, derrotó al diablo sin perder nada importante para él. El diablo estaba furioso pero tenía palabra y le concedió su deseo a Mateo: "Pide lo que quieras", le dijo gruñendo.

Mateo pensó por un momento y luego respondió: "Quiero tu ayuda para hacer del mundo un lugar mejor. Ayúdame a cuidar y proteger a los animales callejeros". El diablo quedó sorprendido por la nobleza de Mateo y aceptó ayudarlo.

Desde ese día, el diablo se convirtió en el protector de los animales callejeros junto a Mateo y Negro. Juntos, llevaron adelante campañas para esterilizar y vacunar a los perros y gatos abandonados del pueblo. También crearon refugios para brindarles un hogar seguro hasta encontrar una familia amorosa.

La historia de Mateo, el diablo y Negro se volvió conocida en todo el país como ejemplo de amistad, valentía y compasión hacia los animales.

Las personas aprendieron que no siempre las apariencias engañan, que es importante confiar en uno mismo y que juntos podemos hacer grandes cambios positivos en el mundo.

Y así fue cómo Mateo, el niño curioso; Negro, su fiel compañero; y el diablo arrepentido trabajaron juntos para convertir su pequeño pueblo en un lugar lleno de esperanza y amor por los animales.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!