El Deseo de Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era conocido por ser muy egoísta y nunca quería compartir sus juguetes con los demás niños.

Siempre decía: "¡Son míos y no quiero que nadie más los toque!". Un día, llegó al pueblo un mago misterioso que tenía el poder de conceder un deseo a quien demostrara ser generoso y solidario.

Todos los niños del pueblo estaban emocionados por la oportunidad de pedirle algo al mago, excepto Mateo, quien seguía siendo tan egoísta como siempre. El mago se acercó a Mateo y le dijo: "Tienes la oportunidad de pedirme lo que quieras si demuestras ser generoso".

Mateo, sin pensarlo dos veces, respondió con arrogancia: "No necesito nada de ti, ¡tengo todo lo que quiero!". Los otros niños intentaron convencer a Mateo de que cambiara su actitud y compartiera algo con ellos para poder pedirle algo al mago.

Pero Mateo se negaba rotundamente. Entonces, una tarde mientras paseaba por el parque del pueblo, Mateo vio a una niña triste sentada en un banco. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.

La niña le contó que había perdido su muñeca favorita y estaba muy triste porque no podía encontrarla por ningún lado. Mateo recordó las palabras del mago sobre la generosidad e inmediatamente decidió ayudar a la niña.

Juntos buscaron la muñeca por todo el parque hasta que finalmente la encontraron escondida detrás de unos arbustos. La niña estaba tan feliz y agradecida que le dio un abrazo a Mateo.

En ese momento, el magia apareció frente a ellos y dijo: "Has demostrado ser generoso al ayudar a esta niña sin esperar nada a cambio. Por tu actitud desinteresada, mereces un deseo".

Matea se quedó sorprendido pero sabía exactamente qué pedirle al magia: "Quiero que todos los niños del pueblo tengan juguetes nuevos para jugar juntos". El magia sonrió satisfecho con la respuesta de Matea y en cuestión de segundos todos los niños del pueblo tenían hermosos juguetes nuevos para disfrutar juntos.

Desde ese día, Matea aprendió el valor de la generosidad y cómo hacer felices a los demás también lo hacía feliz a él mismo. Y así, Villa Esperanza se convirtió en un lugar donde reinaran la solidaridad y la amistad entre todos sus habitantes.

FIN.

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