El deseo de Ñina



Ñina era una niña muy aventurera, siempre le gustaba salir a pasear en su bicicleta por los alrededores de su casa.

Un día decidió ir a Cipolletti, un pueblo cercano al suyo que se encontraba al otro lado del río. Al llegar al puente que cruzaba el río, Ñina se dio cuenta de que estaba cerrado por reparaciones y no había manera de pasar. Desesperada, miró hacia el cielo y vio una estrella fugaz cruzando el firmamento.

- ¡Estrella fugaz, por favor cumple mi deseo! - exclamó Ñina con fuerza. De repente, la bicicleta empezó a temblar y antes de que pudiera hacer algo para evitarlo, cayó al agua.

Ñina intentó nadar hasta la orilla pero sus esfuerzos fueron en vano ya que las corrientes eran muy fuertes. Cuando todo parecía perdido y Ñina estaba a punto de perder la conciencia, sintió algo extraño en sus manos.

Era como si alguien o algo la sostuviera para evitar que se hundiera. - ¡Tranquila niña! Ya te tengo - dijo una voz dulce y melodiosa. Ñina abrió los ojos y vio ante ella un ser luminoso con alas blancas extendidas sobre ella.

Era un ángel guardián enviado por la estrella fugaz para protegerla. - ¿Quién eres tú? - preguntó asombrada Ñina. - Soy tu ángel guardián - respondió el ser celestial -.

La estrella fugaz ha querido conceder tu deseo pero sabía que necesitarías protección en tu aventura. Ñina se sintió muy agradecida y emocionada por tener un ángel guardián que la protegía. Juntos volaron sobre el río hasta llegar a la orilla opuesta.

Allí, Ñina se despidió de su ángel guardián y prometió nunca olvidar su ayuda. Desde ese día, Ñina aprendió una gran lección: siempre debía ser cuidadosa al pedir deseos y estar preparada para cualquier sorpresa que pudiera ocurrir.

Además, supo que no estaba sola en este mundo y que tenía un ángel guardián que la protegía en todo momento. A partir de entonces, cada vez que veía una estrella fugaz brillando en el cielo, recordaba con cariño aquella noche mágica en la que sucedieron cosas increíbles.

FIN.

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