El deseo de Sofía



Había una vez una niña llamada Sofía, que desde muy pequeña soñaba con convertirse en monja. Pasaron los años y su deseo se hizo más fuerte, así que decidió ingresar a un monasterio para aprender sobre la vida religiosa.

Sofía era una niña amable y respetuosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Durante esos dos años en el monasterio, aprendió sobre la importancia de la bondad y la compasión hacia los demás.

Se convirtió en una alumna ejemplar, dedicando su tiempo a estudiar las enseñanzas sagradas y participando activamente en las tareas del monasterio. Un día, mientras Sofía estaba rezando en el jardín del monasterio, recibió una inesperada visita del obispo de la ciudad.

El obispo era un hombre sabio y respetado por todos. Tenía un rostro sereno pero ocultaba algo detrás de sus ojos brillantes. "Sofía", dijo el obispo con voz suave pero firme.

"He oído hablar mucho de ti y tus buenas acciones dentro de este lugar sagrado". Sofía se sorprendió al escuchar eso y respondió humildemente: "Gracias, señor obispo. Estoy aquí para servir a Dios y hacer el bien".

El obispo asintió con la cabeza y continuó: "Hay algo importante que necesito discutir contigo". La niña sintió un escalofrío recorrer su espalda ante esas palabras misteriosas. "¿De qué se trata, señor obispo?" preguntó Sofía con curiosidad.

El obispo suspiró profundamente y reveló su verdadero motivo para visitar a Sofía. Resulta que en un pueblo cercano había una familia muy pobre compuesta por un padre enfermo y tres hermanos pequeños.

El padre no podía trabajar debido a su enfermedad, y los niños pasaban hambre todos los días. "Sofía, he oído hablar de tu generosidad y deseo ayudar a esta familia necesitada", dijo el obispo con una mirada llena de esperanza. La niña quedó sorprendida ante la petición del obispo.

No se imaginaba que ser monja podría llevarla a ayudar más allá de las paredes del monasterio. "Señor obispo, estoy dispuesta a hacer todo lo posible para ayudar a esa familia", respondió Sofía decidida.

El obispo sonrió y continuó: "Sofía, quiero que vayas al pueblo vecino como representante del monasterio. Lleva comida, ropa y todo lo necesario para ayudarles". Sofía aceptó emocionada la misión encomendada por el obispo y partió hacia el pueblo vecino junto con algunas hermanas del monasterio.

Durante el viaje, se encontraron con muchos obstáculos pero nunca perdieron la esperanza. Al llegar al pueblo, Sofía pudo ver la tristeza en los ojos de aquellos niños famélicos. La niña compartió todo lo que llevaba consigo y les brindó palabras de aliento.

Pasaron varios días trabajando juntos para mejorar las condiciones de vida de aquella familia necesitada. Con el tiempo, gracias al esfuerzo conjunto de Sofía y los habitantes del pueblo, la familia pudo salir adelante.

El padre se recuperó de su enfermedad y encontró trabajo para mantener a sus hijos. Sofía regresó al monasterio llena de alegría y gratitud por haber tenido la oportunidad de ayudar a esa familia.

El obispo estaba orgulloso de ella y le dijo: "Has demostrado que la verdadera vocación religiosa no solo reside en rezar y servir dentro del monasterio, sino también en llevar el amor y la compasión a quienes más lo necesitan".

Desde aquel día, Sofía siguió sirviendo a Dios con todo su corazón, tanto dentro como fuera del monasterio. Se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los que la conocían.

Y así, esta historia nos enseña que el verdadero propósito de nuestra vida es ayudar a los demás sin importar dónde estemos o qué hagamos. Siempre hay una manera de marcar la diferencia en el mundo si tenemos el deseo sincero de hacerlo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!