El Deseo de Sofía
Era un día soleado y radiante en la casa de los Gómez, donde Sofía celebraba su cumpleaños número 12. La emoción en el aire era palpable, y los globos de colores decoraban el jardín. Su madre, Julieta, había preparado una torta de chocolate que hacía agua la boca, mientras que su padre, Marco, organizaba juegos para la fiesta. Sin embargo, había algo que le preocupaba a Sofía: su hermana mayor, Sara.
Sara, que tenía 18 años, siempre gastaba bromas pesadas a Sofía. Solo por diversión, le decía:
"¡Vamos, bebé! ¿Estás lista para tu fiesta de pijamas?"
Esto hacía que Sofía se sintiera un poco triste porque ella ya no era una bebé. Pero ese día, Sofía había decidido que no dejaría que eso le arruinara la celebración. Al final del día, mientras todos estaban reunidos y feliz, Sofía pensó en cómo deseaba que todos entendieran lo que era sentirse grande. Entonces hizo un deseo especial:
"Quisiera que todos se volvieran bebés, para que supieran lo que se siente ser tratada como tal."
Con el último trozo de torta en su boca, cerró los ojos y sopló las velas, sin saber que su deseo lo haría realidad.
Esa noche, mientras todos dormían, un destello de luz brilló en la habitación de Sofía. De repente, José, el hermano de 10 años, se despertó y comenzó a llorar como un bebé.
"¿Qué está pasando?" se preguntó Sofía, asustada.
Cuando salió de su habitación, vio a su hermano Félix, que tenía 14 años, gateando por el pasillo y haciendo sonidos de bebé.
"¡Félix! ¿Estás bien?" exclamó Sofía, pero él solo la miró con grandes ojos inocentes, asintiendo con la cabeza mientras chupaba su dedo.
La situación se volvía cada vez más caótica. Sofía entró en la habitación de sus padres y encontró a su madre, Julieta, y a su padre, Marco, en la cuna, intentando meterse en ella.
"¡Sofía! ¡Mamá! ¡Papá! ¡Despierten!" gritó Sofía.
Con un rayo de realización, Sofía entendió el significado de su deseo: todos estaban en su forma de bebé. Ella quería que comprendieran sus sentimientos, pero la verdad era que no era tan divertido. Con todos llorando y gateando, la casa se llenó de ruido.
Sofía sabía que tenía que hacer algo. Así que, con mucha determinación, decidió usar su poder de desear para revertir el hechizo.
"¡Deseo que todos vuelvan a ser como eran antes!" añadió, confiando en que su segundo deseo sería escuchado.
Al instante, toda la confusión cesó, y con otro destello de luz, todos volvieron a sus edades normales. Sofía miró a su hermana Sara y le dijo:
"Te dije que no soy un bebé. A veces solo quiero que me trates como la grande que soy."
Sara, con una sonrisa, se acercó a Sofía.
"Lo siento, Sofía. A veces me gusta molestar, pero prometo que estaré más atenta a tus sentimientos."
José, Félix y sus padres también se unieron para darle un abrazo a Sofía, comprendiendo el verdadero valor de cada etapa de la vida. Con risas y cariño, la fiesta continuó, y Sofía se sintió más grande que nunca.
"Ahora, regresemos a la fiesta, que la torta no se va a comer sola, ¡y tengo algunos juegos preparados!" exclamó Sofía emocionada.
Esa noche, Sofía aprendió que ser el centro de atención no siempre significaba que necesitaba ser tratada como un bebé. Cada uno tenía su propia esencia y era importante valorarla. Y así, con el amor de su familia y un nuevo entendimiento, celebró su cumpleaños, sintiéndose verdaderamente grande.
FIN.