El Deseo de Sofía



Había una vez, en un bosque encantado lleno de colores brillantes y flores que cantaban con el viento, un unicornio llamado Lukas. Lukas no era un unicornio común; tenía el poder de cumplir deseos. Aunque su vida era mágica, había algo que lo hacía sentir triste: muchos niños no creían en su existencia.

Una tarde radiante, mientras Lukas paseaba por el bosque, escuchó un llanto que venía de un pequeño claro. Decidió investigar. Al llegar, vio a una niña llamada Sofía, con sus ojos llenos de lágrimas.

- ¿Por qué lloras, pequeña? - preguntó Lukas, acercándose suavemente.

- No creo en los unicornios - sollozó Sofía. - Nunca me han cumplido un deseo. Siempre que pido algo, nunca ocurre.

Lukas se sintió conmovido. Sabía que podía hacerla feliz, pero también entendía que primero debía ganarse su confianza.

- ¿Y qué deseabas, niña? - inquirió Lukas, su voz suave como el terciopelo.

- Yo... yo quería una muñeca de porcelana. - respondió Sofía, limpiándose las lágrimas con su pequeño brazo.

Lukas se iluminó. Con un suave movimiento de su cuerno, hizo que ante ellos apareciera una hermosa muñeca de porcelana, vestida con un delicado vestido rosa y con cabellos dorados.

Sofía miró la muñeca con incredulidad.

- ¡No puede ser! - exclamó, acercándose lentamente. - ¿Eres real? -

- Sí, Sofía. Soy Lukas, y estoy aquí para hacerte feliz. - respondió el unicornio con una sonrisa.

Sofía, aunque sorprendida, hizo un esfuerzo por creer. Sin embargo, la muñeca no era solo un simple objeto, sino un recordatorio de que los sueños pueden hacerse realidad, incluso en la vida cotidiana.

- Pero... ¿por qué debería creerte? - preguntó, aún dudosa.

- Lo que realmente importa no es solo un deseo cumplido, sino lo que aprendemos al pedir y desear. - le dijo Lukas. - ¿Te gustaría saber la historia de la muñeca?

Intrigada, Sofía asintió. Lukas comenzó a relatar:

- Esta muñeca representa la amistad y la creatividad. Cada vez que juegues con ella, puedes crear nuevas historias y aventuras, porque los deseos no solo son objetos, son experiencias que compartimos.

Sofía se sintió conmovida por las palabras de Lukas.

- ¿Entonces, puedo escribir mi propia historia con ella? - preguntó.

- ¡Exactamente! ¿Qué te gustaría que hiciera la muñeca? - dijo Lukas.

Y así, ambos empezaron a soñar juntos. Sofía imaginó a su nueva amiga explorando el bosque, bailando con las flores y conversando con los animales.

Con cada historia, Sofía se dio cuenta de que los deseos son más que simplemente lo que pedimos; son las experiencias, las risas y las aventuras que compartimos y vivimos. Desde ese día, Sofía y Lukas se convirtieron en grandes amigos.

Cada vez que quería algo, ya no solo pedía un objeto, sino que también imaginaba las historias y momentos mágicos que vendrían con ellos.

Lukas la visitaba a menudo para jugar y contarle cuentos, y así, poco a poco, Sofía empezó a creer en la magia de los deseos y en la belleza de la amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Así Sofía aprendió que la verdadera magia no reside solo en los deseos cumplidos, sino en la capacidad de soñar y compartir.

FIN.

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