El deseo de Zora


Había una vez en el mágico Reino de las Hadas, una pequeña y curiosa hadita llamada Zora.

A diferencia de las demás hadas que adoraban hacer hechizos luminosos y volar por los prados, Zora tenía un deseo diferente: quería ser una brujita. Un día, mientras jugaba con sus amigas haditas, Zora les contó su secreto anhelo. Las demás se sorprendieron y no entendían por qué alguien querría ser bruja en lugar de una hermosa hada.

"¿Por qué quieres ser bruja, Zora? ¡Ser hada es tan maravilloso!"- exclamó Florinda, la líder del grupo. Zora explicó que admiraba la magia oscura y misteriosa que rodeaba a las brujas.

Les dijo que le gustaría aprender a hacer pociones mágicas y conjuros poderosos. Sus amigas se preocuparon por ella y trataron de disuadirla. Pero Zora estaba decidida a seguir su sueño, sin importar lo que dijeran los demás.

Una noche estrellada, mientras observaba la luna desde su ventana, Zora decidió aventurarse al Bosque Encantado para buscar a la famosa Bruja Sabrina. Se rumoreaba que era muy sabia y podía ayudarla a cumplir su deseo. Caminando entre los árboles oscuros del bosque, Zora sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.

Pero siguió adelante con valentía hasta encontrar la guarida de Sabrina. La Bruja Sabrina era viejita pero amable. Escuchó atentamente la historia de Zora y le dijo: "Querida hadita, ser bruja no es solo hacer magia oscura.

También implica responsabilidad y sabiduría. ""¿Qué puedo hacer entonces?"- preguntó Zora, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Sabrina sonrió y le dio un libro especial lleno de hechizos benignos y consejos para mantener el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Le enseñó que la magia podía usarse para ayudar a los demás y traer alegría al mundo. Zora estudió con entusiasmo cada página del libro mágico.

Aprendió a crear pociones curativas, levitar objetos e incluso a transformarse en animales amigables. Un día, mientras practicaba uno de los hechizos en el prado, una pequeña ardilla se acercó temblando de frío. Zora utilizó su magia para crearle un abrigo calentito hecho de hojas secas.

La noticia sobre las habilidades mágicas de Zora se extendió rápidamente por todo el Reino de las Hadas. Las hadas comenzaron a acudir a ella en busca de ayuda y consejo.

Zora estaba feliz porque había encontrado su propósito: usar su magia para hacer el bien sin renunciar a su amor por lo oscuro. Demostró que ser bruja no significaba ser malvada, sino utilizar sus dones especiales en beneficio del mundo.

Finalmente, todas las haditas comprendieron que cada uno tiene sueños únicos y diferentes caminos por recorrer. Aprendieron a respetar los deseos e intereses de los demás sin juzgar. Y así, Zora se convirtió en una bruja respetada y querida por todos.

Su historia inspiró a muchas haditas a seguir sus propios sueños y disfrutar de la magia única que llevaban dentro. Desde entonces, el Reino de las Hadas y el Bosque Encantado vivieron en armonía, celebrando la diversidad y aprendiendo unos de otros.

Y Zora siempre recordaba con gratitud su encuentro con Sabrina, quien le enseñó que ser diferente no es algo malo, sino una oportunidad para brillar aún más fuerte.

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