El deseo dulce



Había una vez un gatito llamado Gatito Casa Dulce Nieve Chocolate. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas cubiertas de nieve y árboles de chocolate. Gatito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró unas huellas extrañas en la nieve. Siguiendo las huellas, llegó a una hermosa cabaña hecha completamente de dulces. "-¡Wow! ¡Qué lugar maravilloso!", exclamó Gatito emocionado.

Justo en ese momento, salió una conejita del interior de la cabaña. Era Conejita Malvavisco, quien había construido esa casita mágica con sus propias patitas. "-Hola Gatito, ¿qué te trae por aquí?", preguntó Conejita Malvavisco con una sonrisa amigable.

"-Estaba explorando y vi estas huellas que me llevaron hasta aquí", respondió Gatito intrigado. Conejita Malvavisco le contó a Gatito que ella tenía el poder de convertir cualquier cosa en dulces sabrosos.

Pero también le confesó que se sentía muy sola porque nadie quería ser su amigo debido a su habilidad especial. Gatito sintió mucha compasión por Conejita Malvavisco y decidió ser su amigo sin importar nada más.

Juntos pasaron días divertidos construyendo castillos de caramelos y haciendo carreras sobre los ríos de chocolate caliente. Un día, mientras jugaban cerca del lago mágico hecho completamente de helado, vieron algo brillante flotando en el agua. Era una pulsera con un hermoso cristal. "-¡Qué bonita! ¿De quién será?", se preguntó Gatito.

Conejita Malvavisco recordó que había visto a la Tortuga de Cristal cerca del lago, y pensaron que tal vez era su pulsera. Decidieron ir a buscarla y devolvérsela.

Cuando encontraron a la Tortuga de Cristal, estaba muy triste porque había perdido su pulsera favorita. Pero cuando vio que Gatito y Conejita Malvavisco habían encontrado la pulsera, su rostro se iluminó de felicidad.

"-¡Muchas gracias por encontrar mi pulsera! Es muy especial para mí", dijo la Tortuga de Cristal emocionada. Agradecida por su amabilidad, la Tortuga de Cristal les ofreció un deseo como recompensa.

Gatito y Conejita Malvavisco intercambiaron miradas llenas de emoción y decidieron pedirle un deseo para todos los habitantes del pueblo: querían que todos pudieran disfrutar de dulces sabrosos sin importar sus habilidades especiales o diferencias. La Tortuga de Cristal sonrió y concedió el deseo. Desde ese día en adelante, el pueblo entero vivió rodeado de deliciosos dulces que aparecían mágicamente cada mañana.

Gatito Casa Dulce Nieve Chocolate y Conejita Malvavisco se convirtieron en héroes locales, conocidos por su valentía y generosidad.

Y aunque seguían teniendo aventuras increíbles juntos, siempre recordaban lo importante que es aceptar a los demás tal como son y compartir las cosas buenas con todos. Y así, Gatito Casa Dulce Nieve Chocolate y Conejita Malvavisco vivieron felices para siempre, compartiendo dulces y alegría con todos en su mágico pueblo.

FIN.

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