El Deseo Mágico de las Niñas Defensoras



en el bosque cercano a su casa. Era pequeño, animal y tenía unas alas brillantes de colores llamativos. Las niñas se acercaron con curiosidad y vieron que el animalito estaba herido en una de sus patitas.

- ¡Mira Guadalupe, este animalito está lastimado! -exclamó Isabella preocupada. - Sí, debemos ayudarlo -respondió Guadalupe decidida. Con mucho cuidado, las amigas tomaron al animal en brazos y lo llevaron a la casa de Isabella para curarlo.

Allí buscaron vendajes y medicamentos para aliviar su dolor. Mientras lo atendían, notaron que el animalito emitía un brillo especial cada vez que ellas le hablaban con cariño. - Creo que este animal es mágico -susurró Isabella emocionada-.

Debemos cuidarlo hasta que se recupere por completo. Así pasaron los días, Isabella y Guadalupe dedicaban todo su tiempo a cuidar del pequeño ser mágico. Le daban alimentos nutritivos y juguetes divertidos para entretenerlo mientras sanaba.

Cada día, el brillo del animalito se hacía más intenso y llenaba la habitación de alegría. Un día, cuando ya estaba completamente recuperado, el animalito les habló:- Gracias por haberme cuidado con tanto amor y paciencia.

Soy un Duende Mágico llamado Luminoso y he venido aquí para concederles un deseo cada una como recompensa por su bondad. Las niñas quedaron sorprendidas ante las palabras del duende. No podían creer que tuvieran derecho a pedir un deseo.

- ¿De verdad podemos pedir lo que queramos? -preguntó Guadalupe emocionada. - Sí, siempre y cuando sea algo bueno y beneficioso para ustedes y los demás -respondió Luminoso con una sonrisa amigable. Isabella y Guadalupe se miraron entre sí, pensando en todo lo que podrían pedir.

Después de mucho reflexionar, finalmente decidieron sus deseos:- Yo deseo que todos los niños del mundo tengan acceso a la educación y puedan aprender cosas maravillosas -dijo Isabella con determinación.

- Y yo deseo que el medio ambiente esté protegido para que todos los animales puedan vivir felices en su hábitat natural -añadió Guadalupe con entusiasmo. Luminoso asintió complacido ante los nobles deseos de las niñas. Con un toque mágico de su varita, hizo realidad sus peticiones.

Desde ese día en adelante, Isabella y Guadalupe se convirtieron en defensoras de la educación y el medio ambiente. Organizaban actividades escolares sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y ayudaban a recolectar libros para donar a escuelas necesitadas.

El Duende Mágico Luminoso siempre estaba cerca, observando orgulloso el trabajo de las niñas. Les recordaba constantemente la importancia de ser generosas, solidarias y responsables con el mundo que les rodeaba.

Así fue como Isabella y Guadalupe descubrieron que cualquier acto de bondad puede tener consecuencias mágicas e impactantes en nuestras vidas.

Aprendieron que el amor y la amistad son los motores que impulsan la magia en el mundo, y que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer una diferencia positiva. Y así, Isabella y Guadalupe vivieron felices para siempre, compartiendo su magia con todos aquellos que cruzaban sus caminos.

FIN.

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