El despertar de Dalí


Había una vez en La Habana, Cuba, una niña llamada Dalí. Era una niña muy alegre y creativa, pero a veces se distraía con facilidad.

Un día, Dalí se olvidó de hacer sus tareas escolares y la maestra la castigó en el aula. "Lo siento mucho, maestra. Fue un descuido. No volverá a ocurrir", se disculpó Dalí con los ojos llenos de lágrimas. Pero la maestra no le perdonó.

Le recordó lo importante que era ser responsable y cumplir con sus deberes. Dalí salió del aula con el corazón apesadumbrado y se lo contó todo a su mamá al llegar a casa.

"¡Dalí! ¿Cómo pudiste olvidarte de tus tareas? Eres muy inteligente, pero debes ser responsable", regañó su mamá visiblemente molesta. Y como consecuencia de su falta de responsabilidad, Dalí también fue castigada por su mamá. Se sintió triste y arrepentida por haber decepcionado a las dos personas más importantes en su vida.

Los días pasaron y Dalí reflexionaba sobre lo ocurrido. Comenzó a esforzarse más en recordar sus tareas y cumplirlas a tiempo. Poco a poco, demostraba ser más responsable en la escuela y en casa.

Un día, durante una clase de arte, la maestra elogió el dibujo que Dalí había realizado con tanto esmero. "¡Qué hermoso trabajo, Dalí! Se nota que has trabajado duro en él", dijo la maestra con una sonrisa.

Dalí sintió una gran satisfacción al recibir ese reconocimiento. Se dio cuenta de que cuando uno es responsable y se esfuerza por hacer las cosas bien, los resultados siempre son positivos.

Desde ese día en adelante, Dalí siguió siendo diligente y responsable en todo lo que hacía. Aprendió la lección de manera valiosa: la responsabilidad es clave para alcanzar el éxito en todos los aspectos de la vida.

Y así, gracias a su determinación y compromiso, Dalí logró superarse cada día más y convertirse en una niña ejemplar para todos aquellos que la rodeaban.

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