El despertar de la imaginación
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los días eran soleados y felices. Pero un día, algo inusual sucedió: comenzó a llover sin parar.
Las calles se llenaron de charcos y las nubes grises cubrieron el cielo. En medio de esa lluvia torrencial, apareció un hombre misterioso vestido con una capa negra. Caminaba por las largas calles del pueblo con una sonrisa enigmática en su rostro.
Los niños curiosos salieron a verlo desde sus ventanas y le preguntaron:- ¿Quién eres tú? -preguntó Valentina, una niña muy valiente. El hombre misterioso se detuvo y miró fijamente a los ojos de Valentina. Luego respondió:- Soy el señor de la imaginación perdida.
Los niños quedaron perplejos ante esa respuesta tan extraña e intrigante. - ¿Qué es eso? -preguntó Juanito, otro niño muy curioso.
El señor de la imaginación perdida les explicó que él era el guardián de todas las ideas creativas que la gente había dejado olvidadas en algún rincón de sus mentes. Y que estaba allí para despertarlas nuevamente y traer alegría al pueblo.
Los niños no podían creer lo que escuchaban, pero estaban emocionados con la idea de tener más diversión en Villa Esperanza. - ¡Quiero recuperar mi imaginación perdida! -exclamó Ana, una niña soñadora. El señor sonrió y sacó una caja mágica de su bolsillo. Dentro había pequeñas burbujas de colores.
- Cada una de estas burbujas contiene un desafío creativo. Si logran superarlo, recuperarán su imaginación perdida -explicó el señor. Los niños se emocionaron y comenzaron a tomar las burbujas. Valentina eligió una burbuja azul, Juanito una roja y Ana una verde.
Valentina sopló la burbuja azul y de repente se encontró en un mundo submarino lleno de peces brillantes. El desafío era dibujar su propio pez imaginario.
Valentina tomó sus crayones y dejó volar su imaginación, creando un pez con alas doradas y escamas plateadas. Juanito sopló la burbuja roja y se encontró en un bosque encantado. El desafío era construir una casa para las hadas con materiales reciclados.
Juanito recolectó hojas secas, palitos y piedras para crear una hermosa casa hecha por él mismo. Ana sopló la burbuja verde y apareció en el espacio exterior rodeada de estrellas brillantes. Su desafío era escribir una historia sobre los planetas del sistema solar.
Ana agarró papel y lápiz e inventó una emocionante aventura intergaláctica donde los planetas eran amigos que protegían al universo de los malvados extraterrestres. Cuando terminaron sus desafíos, las burbujas mágicas estallaron en chispas de colores, liberando toda la imaginación perdida de los niños.
El señor sonrió nuevamente mientras veía cómo Villa Esperanza cobraba vida con la creatividad y alegría de los niños. - Gracias, señor de la imaginación perdida -dijo Valentina-.
Ahora entendemos lo importante que es mantener nuestras mentes abiertas a nuevas ideas y seguir soñando en grande. El hombre misterioso asintió y desapareció en un destello de luz.
Desde ese día, los niños de Villa Esperanza nunca dejaron que su imaginación se durmiera, siempre buscando nuevos desafíos creativos para seguir creciendo y aprendiendo juntos. Y así, el pueblo volvió a ser feliz bajo el sol o bajo la lluvia, porque habían descubierto que la verdadera magia estaba dentro de ellos mismos.
FIN.