El despertar de Martín
Había una vez un niño llamado Martín, al que todos conocían como "Niño Dormilón". Desde muy pequeño, Martín tenía la costumbre de quedarse dormido en cualquier lugar y a cualquier hora del día.
Esto hacía que se perdiera muchas cosas importantes, como los juegos con sus amigos o las clases en la escuela. Un día, el padre de Martín decidió hablar seriamente con él.
Le explicó lo importante que era ir a la escuela para aprender cosas nuevas y divertirse con sus compañeros. Sin embargo, Niño Dormilón no parecía entenderlo del todo. "Papá, la cama es tan cómoda y calentita... no puedo evitar quedarme dormido", decía Martín con voz somnolienta.
El padre pensó durante un momento y tuvo una idea brillante. Decidió llevar a Martín a visitar al tío Tomás, quien era dueño de una granja llena de animales maravillosos.
Estaba seguro de que esta experiencia despertaría el interés de su hijo por aprender cosas nuevas. Al llegar a la granja, el tío Tomás les dio la bienvenida y comenzó a mostrarles los diferentes animales: vacas, gallinas, ovejas e incluso un caballo majestuoso llamado Pedro.
Los ojos de Martín se abrieron como platos ante tal espectáculo. "¡Wow! ¡Qué increíble!", exclamó Martín mientras acariciaba a una adorable cabrita.
El tío Tomás sonrió y le dijo: "Martín, ¿sabías que todas estas criaturas tienen algo en común? Todas ellas madrugan cada mañana para cumplir con sus responsabilidades en la granja. Las gallinas ponen huevos, las vacas dan leche y Pedro, el caballo, lleva a los agricultores por los campos". Martín quedó asombrado al escuchar esto.
Nunca había pensado que los animales también tenían responsabilidades como él en la escuela. Esa noche, Martín no podía dormir de la emoción. Estaba ansioso por levantarse temprano y comenzar su día con energía.
Apenas salió el sol, se levantó de un salto y se preparó para ir a la escuela. Durante las semanas siguientes, Martín fue puntual todos los días y participó activamente en todas las actividades escolares.
Sus compañeros de clase estaban sorprendidos por el cambio tan drástico que había experimentado Niño Dormilón. Un día, mientras jugaban en el recreo, uno de sus amigos le dijo: "Martín, ¿qué te pasó? Antes siempre te quedabas dormido y ahora pareces una máquina llena de energía". "Descubrí algo muy importante", respondió Martín con una sonrisa.
"Aprendí que cada día es una oportunidad para aprender cosas nuevas y divertirme con mis amigos en la escuela. No quiero perderme ni un solo momento más".
Desde ese día, Niño Dormilón se convirtió en uno de los alumnos más destacados de su clase. Siempre estaba dispuesto a aprender y compartir sus conocimientos con los demás.
Martín entendió que ir a la escuela era mucho más que cumplir con una obligación; era una oportunidad única para crecer como persona y descubrir todo lo maravilloso que el mundo tenía para ofrecer. Y así, con su nueva actitud y ganas de aprender, Niño Dormilón se convirtió en un ejemplo para todos los niños de la escuela.
Aprendió que el conocimiento no solo se encuentra en los libros, sino también en las experiencias y en cada momento que vivimos. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.