El despertar de Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Pantalla, un niño llamado Mateo. Mateo era un apasionado de los videojuegos y las pantallas, pasaba horas y horas cada día frente a ellas sin cansarse.

Sus padres, preocupados por la falta de actividad al aire libre de su hijo, decidieron llevarlo a la montaña para disfrutar de un día en la naturaleza. "¡Vamos, Mateo! ¡Nos espera un hermoso día en la montaña!" -dijo su mamá con entusiasmo.

Mateo, sin despegar la mirada de su celular, murmuró un "sí" distraído mientras seguía jugando.

Al llegar a la montaña, Mateo no pudo resistir la tentación y siguió jugando en su móvil mientras sus padres se preparaban para hacer una caminata. De repente, el teléfono de Mateo se apagó; se había quedado sin batería. Al darse cuenta de que estaba solo y perdido en medio del bosque, comenzó a sentir miedo y ansiedad.

"¡Mamá! ¡Papá!" -gritó Mateo con voz temblorosa. Pero no obtuvo respuesta. Sin más remedio, decidió empezar a caminar en busca de sus padres.

Mientras avanzaba entre los árboles y escuchaba el sonido de los pájaros y el viento entre las hojas, algo comenzó a cambiar dentro de él. Por primera vez en mucho tiempo levantó la vista y observó el paisaje que lo rodeaba: las montañas majestuosas cubiertas de verde intenso, el cielo azul salpicado de nubes blancas esponjosas.

Se dio cuenta de lo hermosa que era la naturaleza cuando realmente prestaba atención. De repente, escuchó una risa familiar a lo lejos. Corrió hacia ella y encontró a sus padres disfrutando de un picnic junto a un arroyo cristalino.

"¡Mateo! ¡Qué alegría verte disfrutar del aire puro!" -exclamó su papá con una sonrisa radiante. "Sí, hijo. A veces es bueno desconectar las pantallas y conectarnos con lo que nos rodea", agregó su mamá cariñosamente.

Desde ese día, Mateo aprendió a equilibrar su tiempo entre los videojuegos y las actividades al aire libre. Descubrió nuevos pasatiempos como explorar la naturaleza, dibujar paisajes e incluso inventar sus propios juegos con palitos y piedras.

Aprendió que hay todo un mundo por descubrir más allá de las pantallas si tan solo abrimos nuestros ojos y mente a nuevas experiencias.

Y así fue como Mateo dejó atrás su adicción a las pantallas para convertirse en un niño curioso e imaginativo que nunca más olvidaría el valor del mundo real frente al mundo virtual.

FIN.

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