El despertar de Mateo


Había una vez un niño llamado Mateo, a quien le encantaba comer papas fritas, hamburguesas y galletitas rellenas.

Todos los días pedía a sus padres que le compraran comida chatarra para merendar, y siempre terminaba su cena con un postre dulce y lleno de azúcar. A pesar de las advertencias de sus padres sobre los peligros de consumir tanta comida poco saludable, Mateo no les hacía caso y seguía comiendo lo que más le gustaba.

Un día, después de haber comido una gran cantidad de papas fritas y gaseosa en el recreo, Mateo comenzó a sentirse mal. Tenía dolores de estómago, mareos y mucha sed.

Sus padres lo llevaron rápidamente al médico, quien les explicó que la dieta llena de comida chatarra estaba afectando la salud de Mateo. Había desarrollado problemas digestivos y deficiencias nutricionales por no comer frutas, verduras y alimentos balanceados.

Mateo se asustó al escuchar las palabras del médico y se arrepintió profundamente de no haber escuchado a sus padres antes. Desde ese día, decidió hacer un cambio en su alimentación y empezó a incorporar frutas frescas, verduras coloridas y proteínas magras en su dieta.

También comenzó a beber más agua en lugar de gaseosas azucaradas. Al principio fue difícil para Mateo acostumbrarse al nuevo estilo de alimentación, ya que extrañaba el sabor de la comida chatarra.

Pero poco a poco fue descubriendo lo deliciosos que eran los alimentos saludables y cómo su cuerpo se sentía mucho mejor cuando comía bien. "¡Mamá! ¡Papá! Probé una ensalada con pollo hoy en el almuerzo y me encantó", exclamó Mateo con entusiasmo.

"¡Eso es fantástico, hijo! Estamos muy orgullosos de ti por tomar decisiones saludables para tu cuerpo", respondieron sus padres emocionados. Con el tiempo, Mateo recuperó su energía perdida, sus dolores de estómago desaparecieron y hasta empezó a rendir mejor en la escuela gracias a su nueva dieta equilibrada.

Se dio cuenta de que cuidar su cuerpo con alimentos nutritivos era fundamental para poder jugar, correr y divertirse como cualquier niño debería hacerlo. Y así, Mateo aprendió una valiosa lección: la importancia de alimentarse bien para estar sano y feliz.

Nunca más volvió a caer en la tentación de la comida chatarra sabiendo que podía disfrutar igual o incluso más con opciones saludables.

Y cada vez que veía unas papas fritas o una hamburguesa recordaba cómo había sido aquella experiencia que lo llevó a cambiar su forma de comer para siempre.

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