El despertar de Rufino


Había una vez en la selva un cocodrilo llamado Rufino. Rufino era conocido por ser el cocodrilo más dormilón de todo el río.

Pasaba sus días echado al sol, con los ojos cerrados y roncando tan fuerte que se escuchaba a kilómetros de distancia. Un día, mientras Rufino dormía plácidamente en la orilla del río, un grupo de animales se acercó a él. Había una jirafa, un mono, una cebra y un tucán.

Todos estaban intrigados por la fama de dormilón que tenía Rufino y querían comprobar si era cierto. - ¡Miren lo profundo que duerme! -exclamó la jirafa asombrada. - Nunca vi a nadie dormir tanto -dijo el mono riendo.

- ¿Creen que podamos despertarlo? -preguntó la cebra con curiosidad. El tucán, siempre lleno de energía, propuso: "¡Vamos a jugarle una broma para despertarlo!"Los cuatro amigos idearon un plan para despertar a Rufino.

La jirafa hizo cosquillas en las patas del cocodrilo con su largo cuello, el mono le lanzó frutas a la nariz, la cebra le soplo en los oídos y el tucán empezó a cantar muy alto justo al lado de su cabeza. Rufino comenzó a moverse inquieto en su sueño.

De repente abrió un ojo y vio a los animales riendo y jugando a su alrededor. Se levantó lentamente con una sonrisa pícara en su rostro.

- ¡Qué divertida sorpresa me dieron! Hacía mucho tiempo que no me despertaban así -dijo Rufino entre risas. Los animales se disculparon por interrumpir su siesta pero Rufino les aseguró que había sido muy divertido.

A partir de ese día, todos los animales se volvieron grandes amigos y pasaban las tardes jugando juntos en la orilla del río. Rufino aprendió que aunque le encantaba dormir largas siestas al sol, también disfrutaba pasar tiempo con sus nuevos amigos.

Y los demás animales descubrieron que detrás de la apariencia adormilada de Rufino se escondía un cocodrilo amable y divertido. Desde entonces, todos vivieron felices compartiendo momentos especiales y creando recuerdos inolvidables en aquella selva llena de aventuras y amistad.

Y aunque seguían llamándolo "el cocodrilo dormilón", ahora sabían que detrás de ese apodo se encontraba un corazón generoso y dispuesto siempre a compartir alegría con quienes lo rodeaban.

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