El Despertar de Tino
Tino Maletinha se espreguessó con un gran bocejo y se asomó de su maletín. - ¡Buenos días, amiguito! - dijo su pequeño osito, que siempre lo acompañaba en sus aventuras.
- ¡Buenos días, Osito! - respondió Tino con una sonrisa. - ¿Qué aventuras nos traerá hoy nuestro maletín? - No lo sé, pero siempre hay algo nuevo esperando para ser descubierto. - Sus ojos brillaban de emoción.
Con un salto, Tino salió de su maletín, estiró sus bracitos y, mientras se vestía, escuchó un ruido en la esquina de la habitación. - ¿Escuchaste eso, Osito? - preguntó intrigado. - ¡Sí! Parece que alguien necesita nuestra ayuda. Tino, curioso como siempre, decidió investigar.
Corrió hacia el sonido y, para su sorpresa, encontró a un pequeño pajarito atrapado en unas ramas. - ¡Oh no! ¡Pobrecito! - exclamó Tino. - No te preocupes, yo te ayudaré. - ¿Cómo vas a hacerlo? - preguntó Osito, un poco preocupado.
- ¡Solo hay que ser valiente! - dijo Tino, con determinación. Con cuidado, Tino usó sus manitas para despegar las ramas que aprisionaban al pajarito. - ¡Gracias! - gritó el pajarito al liberarse.
- Soy Pío y estaba buscando a mi mamá. - No te preocupes, Pío. ¡Te ayudaremos! - dijo Tino. Y así, los tres emprendieron un camino por el bosque.
De repente, sentir un fuerte viento llevó a Tino y Osito un poco más lejos de la ruta. - ¡Mira, Tino! - Osito señaló algo brillante entre los arbustos. - ¿Qué será eso? - No lo sé, pero tenemos que investigar. Con paso firme, se acercaron. Era un charco de agua color arcoíris.
- ¡Increíble! ¿Te imaginas lo que podemos hacer aquí? - preguntó Tino emocionado. - ¡Podríamos saltar desde las piedras! - exclamó Pío. Y así lo hicieron.
Saltaron, se rieron y jugaron hasta que el agua del charco les salpicó, dejándolos llenos de colores. - ¡Hay que encontrar la manera de volver! - dijo Tino, un poco desorientado. - Tal vez debamos seguir el rayo de sol - sugirió Pío. Siguiendo la luz, decidieron avanzar.
En el camino se encontraron con una tortuga. - ¡Hola! - dijo la tortuga. - ¿A dónde van? - Vamos a ayudar a Pío a encontrar a su madre, pero nos hemos perdido.
- No se preocupen, yo los puedo guiar. - respondió la tortuga con una sonrisa. Siguieron a la tortuga por un sendero lleno de flores y cantos de aves. En poco tiempo llegaron a un amplio claro.
- ¡Ese es el árbol más grande del bosque! - exclamó Pío. De repente, escucharon un canto suave. - ¿Ese es mi mamá? - preguntó emocionado Pío. Los tres se escondieron y, efectivamente, allí estaba su madre.
- ¡Mamá! ¡Mamá! - Pío voló hacia ella, y Tino y Osito se sintieron felices de haber ayudado. - Gracias por ayudarme a encontrar a mi mamá. - dijo Pío a Tino y Osito. - ¡Siempre ayudaremos a quienes lo necesiten! - respondió Tino.
Con el corazón lleno de alegría por haber ayudado a un amigo, Tino Maletinha sonrió y supo que cada día trae nuevas aventuras y aprendizajes, y que siempre es bueno ayudar a los demás.
- ¡Hasta la próxima aventura! - gritó Tino mientras se despidió de Pío y se preparaba para regresar a su maletín. - ¡Adiós, amigos! - respondieron al unísono, con una sonrisa.
FIN.