El despertar de Violeta
Había una pequeña flor llamada Violeta que vivía en el jardín más hermoso que puedas imaginar. Todas las mañanas, Violeta se despertaba con el sol y abría sus pétalos con alegría, mostrando su color morado brillante al mundo.
Pero un día, algo extraño sucedió. Cuando los primeros rayos de sol acariciaron el jardín, todas las flores comenzaron a despertar, menos Violeta. Sus pétalos seguían cerrados y parecía estar profundamente dormida.
- ¿Qué le pasa a Violeta? -preguntó Margarita, una flor amiga de Violeta. - No lo sé, nunca la vi así antes -respondió Girasol, otra flor del jardín. Las demás flores comenzaron a preocuparse por Violeta. Intentaron hablarle y animarla, pero ella no respondía.
Parecía sumida en un profundo sueño del que no podía despertar. Los días pasaban y Violeta seguía sin abrirse.
El resto de las flores intentaban cuidarla: le llevaban agua fresca, la protegían del viento y le contaban historias bonitas para ver si lograban sacarla de su letargo. Pero nada parecía funcionar. Una noche estrellada, Luna llena brillaba en lo alto del cielo e iluminaba el jardín con su luz plateada.
En ese momento mágico, todas las flores escucharon una melodiosa canción que venía de muy lejos. - ¡Es la canción de las hadas! -exclamó Rosa emocionada-. Ellas tienen poderes mágicos; tal vez puedan ayudarnos con Violeta.
Sin dudarlo, todas las flores se pusieron en fila y empezaron a cantar al unísono para invocar a las hadas. Poco a poco, una luz brillante fue rodeando el jardín hasta que finalmente aparecieron tres hadas con alas resplandecientes. - ¿Cómo podemos ayudarte? -preguntó la hada mayor con dulzura.
Las flores explicaron la situación de Violeta y suplicaron ayuda para despertarla. Las hadas se acercaron a la pequeña flor morada y cada una depositó sobre ella un beso lleno de magia y amor.
En ese instante, los pétalos de Violeta comenzaron a temblar suavemente hasta que lentamente se abrieron revelando su belleza oculta. La flor había despertado gracias al amor y la magia de las hadas junto con la fuerza positiva de sus amigas del jardín.
Desde ese día, Violeta volvió a ser la misma flor radiante y feliz que todos conocían en el maravilloso jardín.
Aprendió que incluso en los momentos más oscuros siempre hay alguien dispuesto a brindarte amor y apoyo para ayudarte a salir adelante.
FIN.