El despertar del amor por la naturaleza


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Yuria.

Desde muy pequeña, Yuria había aprendido a amar y respetar la naturaleza gracias a su abuelo, quien le enseñaba sobre la importancia de sembrar, cuidar y proteger la tierra. Pero ahora que habían pasado 20 años, Yuria estaba preocupada porque la nueva generación no parecía interesarse por el bienestar de la Pachamama.

Los jóvenes pasaban todo su tiempo frente a las pantallas y no se preocupaban por plantar árboles ni cuidar los ríos. Un día, mientras paseaba con su caballo Relámpago por los campos verdes, Yuria decidió comunicarse con los dioses para buscar ayuda.

Levantó sus brazos al cielo y gritó: "¡Oh dioses del sol Inti, de la luna Killa, del agua Cocha, de las serpientes Yacumama e Illapa el rayo! ¡Ayúdenme a salvar a nuestra querida Pachamama!"De repente, una luz brillante iluminó el cielo y cinco figuras aparecieron ante ella.

Eran Inti con su radiante calor dorado, Killa con su luz plateada y misteriosa, Cocha con sus aguas cristalinas que fluían sin cesar; Yacumama con sus escamas relucientes y finalmente Illapa con su poderoso trueno.

Los dioses sonrieron a Yuria y le prometieron ayudarla en su misión. Juntos emprenderían una aventura para despertar el amor por la naturaleza en los corazones de todos los jóvenes del pueblo.

Con la guía de los dioses, Yuria y Relámpago visitaron cada casa en el pueblo. Les enseñaron a los niños sobre la importancia de sembrar árboles, cuidar los ríos y proteger a los animales.

Los jóvenes escuchaban atentamente las historias que Yuria les contaba sobre las maravillas de la naturaleza y cómo todos podían ser guardianes de la Pachamama. Pero no todo fue fácil. En su camino, encontraron obstáculos como fábricas contaminantes y personas desinteresadas en cambiar sus malos hábitos.

Sin embargo, Yuria nunca se dio por vencida y junto a los dioses luchó con valentía para proteger el medio ambiente. Un día, mientras caminaban por un bosque oscuro, oyeron un llanto desesperado.

Se acercaron rápidamente y encontraron a una pequeña cría de cóndor atrapada entre ramas y hojas secas. Yuria usó su fuerza para liberar al pobre animalito mientras Inti le daba calor con sus rayos solares.

El cóndor voló hacia el cielo con gratitud e hizo un gesto con sus alas como si estuviera diciendo —"gracias" . Ese momento especial tocó el corazón de todos los jóvenes del pueblo que habían presenciado la valiente acción de Yuria. Desde ese día, algo cambió en el pueblo.

Los niños empezaron a plantar árboles en sus patios traseros, limpiaban los ríos y respetaban a todos los seres vivos que habitaban en la Pachamama. Yuria se dio cuenta de que su misión había sido un éxito.

La nueva generación había despertado su amor por la naturaleza y se estaban convirtiendo en verdaderos guardianes de la Pachamama. Con una sonrisa en su rostro, Yuria montó a Relámpago y se dirigió al horizonte, sabiendo que siempre estaría allí para proteger y cuidar de la tierra que tanto amaba.

Y así, con el poder del sol Inti, la luna Killa, el agua Cocha, las serpientes Yacumama e Illapa el rayo, Yuria demostró que incluso una sola persona puede marcar la diferencia y salvar a nuestra querida Pachamama.

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