El día caluroso de Valen



Era un día de verano en la ciudad de Buenos Aires, y el sol brillaba con tanta fuerza que parecía hervir la tierra. Valen, un niño de diez años, se despertó temprano y se asomó a la ventana. Con un rayo de sol directo en su cara, se sintió como un huevo frito.

"-¡Qué calor! No sé si quiero ir a la escuela hoy!", murmuró Valen, con un suspiro.

Su mamá, que estaba en la cocina preparando el desayuno, escuchó lo que dijo.

"-Valen, sé que hace calor, pero hoy tenemos un nuevo proyecto de arte y no te lo querrás perder!", lo animó su mamá.

Valen, sin mucho entusiasmo, se vistió y fue a la escuela, sudando a mares. En la escuela, se encontró con sus amigos, pero el calor parecía robarles las ganas de jugar.

"-Che, ¿no podemos hacer la clase de arte en el patio?", sugirió Sofía, una de sus compañeras.

"-Sí, el aire fresco nos haría bien. ¡Hoy seguro que será divertido!", agregó Julián. Todos estuvieron de acuerdo, y así, la maestra decidió dejar que hicieran el proyecto al aire libre.

Cuando salieron al patio, el calor seguía, pero sentían una brisa suave que hacía que todo fuera un poco más tolerable. Valen, que había traído papel, lápices y un poco de pintura, empezó a dejarse llevar por su creatividad.

"-Mirá lo que estoy haciendo", dijo Valen, mostrando su dibujo de una playa con palmeras.

"-Está buenísimo!", respondió Sofía. "Yo quiero hacer un sol gigante, así que todos sabrán cuán caluroso es hoy".

Mientras los niños pintaban, una nube apareció en el cielo y comenzó a cubrir el sol. De repente, el aire se volvió más fresco y todos comenzaron a sentirse mucho mejor. Julián, siempre travieso, tuvo una idea brillante.

"-¡Hagamos una guerra de pintura!", exclamó. Todos rieron y se miraron con picardía, aunque sabían que eso podía traer problemas. Al final, se convencieron de que sería más divertido que seguir sentados en sus bancos.

"-Vamos a hacerlo, pero solo en el césped", dijo Sofía, que temía la reprimenda de la maestra. Así que con mucho cuidado, comenzaron a lanzarse pequeños chorros de pintura entre risas.

Estaban tan entretenidos que no se dieron cuenta de que la maestra, que los estaba observando desde la ventana, se acercó lentamente a ellos.

"-¿Qué sucede aquí?", preguntó con una sonrisa en los labios.

"-¡Estábamos haciendo arte, señora!", dijo Valen con una mezcla de nervios y alegría. La maestra, en lugar de enojarse, se unió a la diversión.

"-Están en su derecho de expresarse, pero vamos a ser responsables. ¿Qué les parece si hacemos un mural en el patio?", sugirió. Todos los niños se entusiasmaron y comenzaron a trabajar juntos, usando la pintura para crear un mural donde cada uno contribuía con un poco de su imaginación.

Un par de horas después, el mural estaba casi terminado y, aunque el calor seguía presente, la diversión los había hecho olvidar el cansancio. La hora de irse llegó, y la maestra admiró su trabajo.

"-Esto es algo que todos hemos creado juntos, un esfuerzo compartido. Nunca subestimen el poder de la colaboración. Recuerden que, a veces, las mejores sorpresas vienen en los días menos esperados," concluyó.

Valen se despidió de sus amigos mientras caminaba a casa, satisfecho y contento.

"-Sabés, hoy estuvo bueno. ¡El calor ya no me molesta tanto!", le dijo a su mamá cuando llegó a casa.

"-Me alegro que hayas disfrutado, Valen. A veces, lo que parece un mal día puede convertirse en una aventura espectacular", respondió su mamá sonriendo.

Y así, Valen aprendió que a veces, las cosas no son como uno las espera y que, incluso en un día de calor, la escuela puede ser el mejor lugar para encontrar diversión y amistad.

FIN.

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