El Día de Aventura de Tomi



Era un hermoso día soleado en la ciudad, y el pequeño Tomi, un bebé de apenas un año, estaba muy emocionado porque sus papás lo llevaban por primera vez al parque de diversiones. Todo el camino hasta el parque, su mamá y su papá cantaban canciones divertidas y le mostraban las coloridas luces y atracciones que bordeaban el camino.

"¡Mirá, Tomi! ¡Ese es el parque!" - gritó su mamá desde el asiento del conductor, señalando la entrada llena de globos.

"¡Vamos a disfrutar un montón!" - agregó su papá sonriendo.

Sin embargo, mientras se acomodaban para bajar del auto, un pequeño despiste hizo que la puerta del auto se cerrara de golpe y Tomi quedó dentro, sin darse cuenta de lo que pasaba. Sus papás bajaron rápidamente especulando cómo sería el día.

Cuando su mamá se giró para abrir la puerta del auto, se dio cuenta de que no podía.

"¡Oh no! La puerta está cerrada!" - exclamó su madre, llenándose de preocupación.

"¿Qué hacemos?" - preguntó su papá, mirando a través de la ventana y viendo a su pequeño sonriendo como si todo fuera un juego.

Con el corazón latiendo rápido, el papá empezó a buscar la llave del auto.

"La dejé en la mesa de la casa", dijo angustiado.

"No podemos romper la ventana, Tomi está adentro y podría lastimarse" - intentó calmarlo su mamá.

Mientras los papás pensaban, Tomi comenzó a jugar con el volante, mirando el retrovisor y riendo. Su risa era contagiosa y, aunque estaban preocupados, no podían evitar sonreír un poco.

"¡Tomi, sos un pequeño aventurero!" - exclamó su papá tratando de hacer comentarios divertidos.

Al notar que no podían abrir el auto, decidieron pedir ayuda. Le hicieron señas a una familia que pasaba por allí.

"¡Por favor, necesitamos ayuda!" - gritaron, y el papá de la familia vino corriendo.

"¿Qué pasó?" - preguntó

tuvo la buena intención de ayudar.

"Mi bebé se quedó encerrado en el auto y no tengo la llave", respondió la mamá con una voz temblorosa.

"¡No se preocupen! Voy a ayudarles" - aseguró el desconocido mientras sacaba su teléfono y llamaba a un cerrajero.

Mientras esperaban, la mamá comenzó a improvise una pequeña canción para entretener a Tomi.

"Tomi, Tomi, vení, vení, vení, yo te quiero abrazar, yo te quiero cantar, la diversión llegó, al parque vamos ya".

Mientras su mamá cantaba, Tomi intentó imitarla, moviendo sus manitas.

"¡Toma!" - decía intentando alcanzar a su mamá.

Finalmente, llegó el cerrajero y se puso manos a la obra. Con un poco de destreza, logró abrir la puerta del auto. La mamá, emocionada, se abalanzó hacia su pequeño y lo sacó con un abrazo apretado.

"¡Tomi, nunca más te dejamos solo!" - dijo mientras lo llenaba de besitos.

"¿Podemos ir al parque ahora?" - preguntó Tomi con sus ojitos brillantes.

"¡Por supuesto!" - exclamaron sus papás aliviados.

Con el corazón lleno de alegría, los tres caminaron hacia el parque de diversiones. En la entrada, Tomi veía cada vez más coloridos los carteles animados y podía escuchar las risas de los demás niños.

"¡Mirá, papá! Hay un carrusel!" - gritó Tomi emocionado mientras señalaba.

"Ese es nuestro primer destino", dijo su papá riendo.

A medida que se adentraban en el parque, Tomi se dio cuenta de algo muy importante. No importaba cuánto se hubiera demorado en llegar, lo que importaba era que sus papás siempre estaban ahí para cuidarlo y educarlo, incluso en momentos difíciles.

"El mejor día del mundo, mamá" - dijo Tomi, mientras disfrutaban de todas las atracciones, mirando los fuegos artificiales al atardecer y sintiendo el brillo de la felicidad en cada rincón del parque.

FIN.

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